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La correspondencia privada de Madre Teresa
El padre Kolodiejchuk en la presentación de “Las cartas privadas”
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La correspondencia privada de Madre Teresa permite reconstruir «el lado más espiritual» y menos conocido del trabajo que hizo famosa a esta humilde albanesa, según explicó el postulador de su causa, que pudo acceder a las cartas que ahora se publican al iniciarse su proceso de beatificación.
Una de las sorpresas que deparaba esta documentación permanecía oculta a la mayoría de las personas tras la sonrisa permanente de Madre Teresa, y fue sin embargo esencial en su vocación. Se trata de la oscuridad interior que experimentó sobre todo a partir de los años 60, pero que comenzó a sentir mucho antes, alrededor de 1937, cuando era todavía misionera de Loreto, antes de fundar su propia Congregación (Misioneras de la Caridad).
Sin embargo, Madre Teresa pudo armonizar la «alegría por hacer día tras día lo que Dios le pedía» con el «desconsuelo y la soledad». Según el padre Kolodiejchuk, «sonreír» fue su elección. En una de sus cartas, Madre Teresa escribe: «cuando veo a alguien triste, pienso siempre que le está negando algo a Jesús».
Además, la religiosa llegó a «amar la oscuridad», como confiesa en una carta al padre Neuner: «Por primera vez en estos once años-he llegado a amar la oscuridad.-Pues ahora creo que es una parte, una muy, muy pequeña parte de la oscuridad y del dolor de Jesús en la tierra. Usted me ha enseñado a aceptarla como un «lado espiritual de «su obra»» (…) Hoy sentí realmente una profunda alegría-porque Jesús ya no puede sufrir de nuevo la agonía-sino que Él quiere sufrirla en mí-Más que nunca me entrego a Él.-Sí- más que nunca estaré a su disposición».
El padre Kolodiejchuk confesó que tuvo que leer «varias veces las cartas» hasta entender de qué se trataba verdaderamente su «oscuridad»; incluso muchas hermanas que convivían cerca de ella, «no tenían ni idea de lo que pasaba en su interior».
Al ver la ingente obra que Madre Teresa realizó (sobre todo después de su «inspiración» en 1946, cuando recibe «la llamada dentro de la llamada» para trabajar entre los más pobres de los pobres) lo más fácil es pensar que lo hacía apoyada en el consuelo que experimentaba en Dios. Sin embargo, según el postulador de su causa, lo que hizo «heroica» su vida, fue precisamente la fidelidad a Dios a pesar de esta falta de consuelo.
Para Madre Teresa, «la pobreza más grande en el mundo de hoy» era «no sentirse amado», por eso comprendió que experimentar el abandono de su Amado como algo real, le acercaba a sus pobres y la identificaba con el sufrimiento de Jesucristo en el Huerto de Getsemaní y en la Cruz, cuando pregunta al Padre: «¿Por qué me has abandonado?»
Según el padre Kolodiejchuk, la experiencia de Madre Teresa es similar a la de otros santos y más que «crisis» de fe (que hace referencia a algo «más existencial e intelectual»), lo que atravesó la Madre fue una «prueba de fe» hasta alcanzar, como dijo uno de sus confesores, «una fe pura y desnuda, sin sentir nada».
Además, el postulador de la Causa de Madre Teresa ve en esta actitud un ejemplo para los creyentes, que deben saber que «la fe no siempre es fácil» y «tenemos que luchar».
A pesar del deseo de Madre Teresa de que sus escritos fueran destruidos, finalmente han visto la luz, porque la Iglesia considera que aunque se trató de una experiencia «personal», no ha sido una experiencia «privada», porque no fue sólo para ella. Los Misioneros y Misioneras de la Caridad heredaron el «carisma» de Madre Teresa, que consiste no sólo en compartir la pobreza material, sino también «la espiritual».
El postulador de la Causa de beatificación de la religiosa concluyó que el amor que vivió Madre Teresa no es sólo «para admirar», sino que «es posible imitarlo empezando a nuestro alrededor».