Flora Cantábrica

Matias Mayor

SANTA GEMA GALGANI Sufrió la Pasión por amor a Jesús y a los pecadores.


  • SANTA GEMA GALGANI
    Sufrió la Pasión por amor a Jesús y a los pecadores.

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    DATOS PRINCIPALES

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    Nació en 1878.  Sufrió grandemente por su precaria salud y el desprecio de quienes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros fenómenos.  Vivió para Jesús, Su Santísima Madre y para rescatar a los pecadores.
Tuvo periódicamente las estigmas de la Pasión y las llagas de la flagelación en todo su cuerpo.

Padeció ataques físicos del demonio y tuberculosis en la espina dorsal. Las pruebas no pudieron separarla de su comunión con Nuestro Señor sino que mas bien la fortalecieron..
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Gemma tiene 20 años, y en este momento Jesús permite una enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se distraiga con las cosas del mundo.

 

 

«De repente comencé a andar jorobada y a sentir dolores de riñón. Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí permiso a la tía para regresar a Lucca».

 

 

Así sucedió. Por pudor quiso resistir un poco más sin avisar al médico, pero las tías lo mandaron a llamar y de improviso se presentó y la examinó. Su diagnóstico fue osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso frío en los ingüinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron; solo por cumplimiento acuden de cuando en cuando a verla.

 

El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, reacciona con digusto… «le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu».

 

 

Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la biografía de un joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de Gabriel de la Dolorosa, escrita por un desconocido P. Germán de San Estanislao, C.P. ¡Cómo son las cosas del Señor!. Estas dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias místicas y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo Señor le enviaría para que guiara su alma y para confirmar luego la autenticidad de su vida.

 

 

Dice Santa Gemma: «Tomé el libro con desprecio y lo puse debajo de la almohada… Un día estaba sola. Serían como las doce. Me sobrevino una fuerte tentación, y me decía para mí que estaba aburrida de todo. El demonio se valió de esto para tentarme, diciéndome que si le hacía caso me curaría. Estuve a punto de sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí al Venerable Gabriel y le dije: Primero el alma, después el cuerpo».

 

Superada esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes. Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma devolvérselo. Aquella misma noche, «se me apareció (Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí….se quitó la túnica blanca y se apareció vestido de pasionista.

 

 

Me dijo: «Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré.»

 

En otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel y esta vez le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera nada más.

 

«Me sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y repitió: `Hermana mía…`, y desapareció.»

 

Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de Febrero 1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre esto:  Faltando algunos minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las cuentas de un rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que escuchaba rezar le preguntó:

 

-¿Quieres curarte?.
-«Todo me da igual», le respondí.
-Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón…
-«¿Y a la Beata Margarita?», pregunté.
-«Añade en su honor tres veces el ‘Gloria'». (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María)

 

 

«En el penúltimo día de la Novena quería recibir la Comunión, ya que terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy temprano. ¡Que momentos tan deliciosos pasé con Jesús! El me repetía:- ‘¿Quieres curarte?’. No pude contestar por la emoción. ¡Pobre Jesús! La gracia había sido concedida. ¡Estaba curada!».

 

Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. Este milagro es la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema recibiría durante su vida. Su amor por Cristo crucificado y su anhelo de ser solo para Jesús la llevarían cada vez más a ofrecerse al Señor como víctima de amor.

 

El Señor iba preparando a Santa Gema, a través del crisol del sufrimiento, para derramar en ella gracias y «joyas», que nunca ella imaginó, pudiese Él concederle. ¡Qué lejos estaba de pensar que ese Cristo crucificado a quien tanto amaba, muy pronto la iba a convertir en un retrato vivo de sí mismo!.

 

IMÁGEN VIVA DE JESÚS: VICTIMA

 

El 8 de junio 1899, víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón, después de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de «Víctima».

Dice Santa Gemma:

 

Después de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde me haría una gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que estuviese atenta y que se lo contara luego».

 

Llegó la tarde. De repente me asaltó un fuerte dolor de mis pecados. Después me sentí recogida… Al recogimiento sucedió la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del angel de la guarda, que me mandó hacer un acto de contrición. Después mi Madre me dijo: -«Hijita, en nombre de Jesús te sean perdonados tus pecados. Mi Hijo te ama mucho y quiere hacerte una gracia muy grande. Sabrás hacerte digna de ella… Yo seré tu Madre. Sabrás mostrarte verdadera hija.»

 

Me cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cerbarse en mis manos, pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas partes manaba sangre…»

 

 

Santa Gemma, la víctima de Jesús, comienza a «suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo». Este fenómeno se repetirá en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las llagas usa guantes. Su confesor ordinario, Monseñor Volpi le dice que no se deje ver las manos porque la gente se podría reír de ella. En efecto Santa Gema sufrió el desprecio, rechazo y la burla de muchos aun cuando caminaba por las calles de Lucca. La tenían por una farsante y una histérica. Le gritaban insultos y burlas por las calles. Esto tan solo por su radical entrega a Jesús y su piedad. En realidad no manifestaba nada de histeria.

 

 

Así comienza para Santa Gemma una vida de incomprensión verdaderamente conforme a la vida de nuestro Señor, que también padeció todo esto por nosotros. Este es el consuelo y aliciente de Santa Gema, que cada vez se parece mas a Jesús, y en toda ocasión en la que es humillada le da gracias al Señor que le permite compartir sus

 

sufrimientos.

Su propio confesor, Monseñor Volpi, duda de la veracidad de las estigmas y piensa que es obra de la histeria. Esto hiere mucho el corazón de Santa Gema pero todo lo aguanta por amor a Aquel que lo sufrió todo por nosotros los pecadores.

 

RECOGIDA POR CARIDAD CON LOS GIANNINI:

 

 

En el mes de junio de 1899, Santa Gemma conoce a los pasionistas en una misión que predicaban en Lucca. Al verles reconoce en ellos el hábito de San Gabriel de la Dolorosa y en su corazón escucha al Señor que le dice: «Tu serás una hija predilecta de mi Corazón».

 

 

Se confiesa con uno de ellos, pero es tanto lo que Santa Gemma le comienza a decir que el sacerdote le dice que le vaya a ver a la casa de la familia Giannini, donde siempre se hospedaban los pasionistas. Esta es la puerta de entrada para Santa Gema

 

 

Los Giannini eran una familia de extraordinaria fe. Acogían en su casa como familia a los sacerdotes y otras almas buenas. Dijo el Papa Pio XII «En el año 1899 la extraordinaria piedad y modestia de Gemma despertó tan gran admiración en la piadosísima familia apellidada Giannini, de Luca, que decidió acogerla en su propia casa y considerarla como hija». Así lo expresa el mismo Don Mateo, que después de haber escuchado a su hermana doña Cecilia, le dice que recibirá a Gema como a una hija; y así fue efectivamente. Santa Gemma se convirtió en la onceava hija, y todos la amaban. Ella por su parte les servía con extraordinario amor.

 

Todos sabían que Gemma era un alma especial, pero quien estuvo en mayor contacto con ella fue la señora Cecilia a quien Santa Gemma consideraba como su mejor confidente. La señora Cecilia tiene 52 años. Permanece soltera y muere en el 1931. Es una mujer de carácter, emprendedora, afanosa y devota. En sus relaciones con Gemma sigue al pie de la letra las directrices de los confesores con tal fidelidad, que el ángel de la guarda dirá a Gema: «Ninguna persona puede hacer mis veces mejor que ella».

 

REGALOS DE DIOS:

Conversando con la señora Cecilia, Gemma oye hablar del P. Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma. Efectivamente el P. Germán se convierte en el confesor y director extraordinario de Gema, quien es testigo de las obras de Dios en su alma.

 

Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la vida de Santa Gemma; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su corazón. Su ángel de la guarda un día le mostró dos coronas y le pidió que escogiese la que ella quisiera, y ella escogió «la de Jesús».

 

Santa Gemma tenía una relación muy particular con su ángel de la guarda, que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le servía de «cartero», llevando sus cartas al P. Germán. Se asegura que también tenía el don de leer los corazones y que en varias ocasiones le dijo a varios religiosos que abandonarían la religión, cosa que sucedió mas tarde, confirmando este don de su corazón.

 

 

Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gemma en la casa Giannini. En el comedor de la casa había un crucifijo grande al que toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía pequeñas «visitas», orando frente el. Un día, al tiempo que Gemma preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y sed de El. Siente ansias de dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.

 

 

¿Cuál es la actitud del corazón de Santa Gemma ante tantos hechos extraordinarios? Gemma se mantiene en humildad y sencillez. En ningún momento permite que el orgullo se apodere de su corazón, le escribía al P. Germán: «¡Cuánto he rogado a Jesús que me lleve por la vía común!»

 

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