Flora Cantábrica

Matias Mayor

Santa Teresa del Niño Jesús y la paciencia.3.6.23.


Santa Teresa del Niño Jesús y la paciencia

 

Escuchémosla: «¿Cómo es posible que Dios, amándonos infinitamente, se goce en hacernos sufrir?» Y añade sin vacilar: «No; Dios no puede gozarse en nuestro dolor, pero éste nos es necesario. Lo permite, pues, como a pesar suyo

 

. Durante su última enfermedad habían dejado a su alcance un vaso que contenía un medicamento de color rojo, transparente y agradable a la vista: «¿Ven este vaso? -dijo-; cualquiera diría que contiene un licor delicioso. En realidad, nada más amargo. Es la imagen de mi vida. A los ojos de los demás ha revestido siempre los más rientes colores; les ha parecido que yo bebía un licor exquisito, mas era amargura».

 

 

La Santa Carmelita conoció asimismo las dificultades y penas interiores, sequedades, oscuridades, tentaciones. La aridez fue desde el Noviciado hasta sus últimos días la atmósfera habitual de su alma. Su fe en el Amor la ayudó a sufrirlo y aceptarlo todo. Igualmente, Teresa acogió siempre con sumisión y aun con la sonrisa en los labios todas las pruebas grandes y pequeñas de su vida; penas de familia, enfermedad de su padre, su propia enfermedad.

 

 

Aceptación gozosa del sufrimiento. La alegría en el dolor fue el sello distintivo de la paciencia de Teresa.

 

 Para sufrir es preciso sentir la tristeza y la amargura, el desaliento y la propia impotencia. En la aceptación de todos esos sentimientos se ejercita la virtud de la paciencia.

 

«Si deseáis sentir el atractivo del sufrimiento, la alegría en el dolor, no busquéis sino vuestro propio consuelo, pues cuando se ama una cosa la pena desaparece». Y en otra parte: «Sólo una cosa me alegra: sufrir por Jesús, y esta alegría no sentida supera todo gozo»

 

 

«Me esforzaba -dice Teresa- en sonreír ante el sufrimiento, para que el Señor, al ver la expresión de mi rostro, no sospechara mi sufrimiento».

 

 

 

 

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