Flora Cantábrica

Matias Mayor

Jesus habla a santa Faustina Kowalska.20a.Español.26..-12.22


Jesus habla a santa Faustina Kowalska.

 

 

El alma:  La falta de salud me detiene en el camino de la santidad, no puedo cumplir mis obligaciones, pues, soy un sufrelotodo.  No puedo mortificarme ni hacer ayunos rigurosos como hacían los santos; (87) además no creen que estoy enferma y al sufrimiento físico se une el moral y de ello surgen muchas humillaciones.  Ves, Jesús, ¿cómo se puede llegar a ser santa en tales condiciones?

 

 

Jesús:  Así pues, niña Mía, esta vez Me has contado mucho.  Yo sé que es un gran sufrimiento el de no ser (88) comprendida y sobre todo por los que amamos y a los cuales manifestamos una gran sinceridad, pero que te baste que Yo te comprendo en todas tus penas y tus miserias.  Me agrada tu profunda fe que, a pesar de todo, tienes en Mis representantes, pero debes saber que los hombres no pueden comprender plenamente un alma, porque eso supera sus posibilidades.  Por eso Yo Mismo Me he quedado en la tierra para consolar tu corazón doliente y fortificar tu alma para que no pares en el camino.  Dices que unas tinieblas grandes cubren tu mente, pues, ¿por qué en tales momentos no vienes a Mi que soy la luz y en un solo instante puedo infundir en tu alma tanta luz y tanto entendimiento de la santidad que no aprenderás al leer ningún libro ni ningún confesor es capaz de enseñar ni iluminar así al alma.  Has de saber además que por estas tinieblas de las que te quejas, he pasado primero Yo por ti en el Huerto de los Olivos.  Mi alma estuvo estrujada por una tristeza mortal y te doy a ti una pequeña parte de estos sufrimientos debido a Mi especial amor a ti y el alto grado de santidad que te (89) destino en el cielo.  El alma que sufre es la que más cerca está de Mi Corazón.

 

– El alma:  Si, lo sé todo, (91) pero me asaltan grandes tentaciones y varias dudas se despiertan en mi y además todo me irrita y desanima.

 

– Jesús:  niña Mía, has de saber que el mayor obstáculo para la santidad es el desaliento y la inquietud injustificada que te quitan la posibilidad de ejercitarte en las virtudes.  Todas las tentaciones juntas no deberían ni por un instante turbar tu paz interior y la irritabilidad y el desanimo son los frutos de tu amor propio.  No debes desanimarte sino procurar que Mi amor reine en lugar de tu amor propio.  Por lo tanto, confianza, niña Mía; no debes desanimarte, [sino que] venir a Mi para pedir perdón, porque Yo estoy siempre dispuesto a perdonarte.  Cada vez que Me lo pides, glorificas Mi misericordia

 

 

 

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