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María Faustina Kowalska,8.Español.21.1,22
María Faustina Kowalska
. Nuevas taras
No duró mucho tiempo la alegría de haber cumplido el deseo de Jesús de pintar Su imagen y exponerla para el culto público el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, el día proyectado para la Fiesta de la Divina Misericordia.Ya en mayo de 1935 Sor Faustina intuía que la esperaban nuevas tareas que temía mucho. Una vez, cuando en lugar de una oración interior empezó a leer un libro espiritual, oyó en el alma estas palabras: Prepararás el mundo para mi última venida (Diario 429). Estas palabras la conmovieron profundamente y aunque fingía como si no las hubiera oído, no obstante las comprendió bien, pero de momento no habló de ellas a nadie.
El día de Pentecostés, el 9 de junio de 1935, al anochecer, cuando estaba en la huerta, el Señor Jesús le habló de la nueva tarea: Junto con tus compañeras implorarás la misericordia por vosotras y por el mundo (Diario 435). Como los profetas bíblicos empezó a enumerar sus insuficiencias y excusarse de que era incapaz de cumplir esta obra. Jesús sin reparar en ello, no revocó lo que le había encomendado, al contrario, la animaba a emprender la obra. No tengas miedo – dijo – Yo mismo completaré lo que te falte (Diario 435). Sin embargo no estaba segura de si entendía bien las palabras de Jesús de fundar una nueva congregación, ni tampocó recibió una orden clara para decirselo al confesor. Por eso calló durante los veinte días siguientes. Sólo durante la conversación con el director espiritual, el padre Miguel Sopoćko, dijo que Dios exigía que hubiera una congregación que proclamara la Divina Misericordia y la implorase para el mundo (Diario 436). Durante esa conversación vio a Jesús que confirmó su voluntad diciendo: Deseo que haya tal congregación (Diario 437).En vano Sor Faustina repitió que se sentía incapaz de cumplir esos proyectos. Al día siguiente, durante la santa Misa vio a Jesús que le dijo una vez más que deseaba esta obra y exigía que la congregación fuera fundada lo antes posible. Después de la Santa Comunión, en una vivencia mística, recibió la bendición de toda la Santa Trinidad para esta obra. La bendición le dio tanta fortaleza que nada le parecía difícil y en un acto interior consintió en cumplir esta voluntad de Dios, a pesar de saber lo mucho que iba a sufrir por esta razón.
El 13 de septiembre de 1935, viernes, Sor Faustina, estando en su celda, tuvo una visión del Ángel que por mandato de Dios vino a castigar la tierra. Al ver esta señal de la ira divina, empezó a pedir al Ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia. Pero, cuando se puso delante de la Majestad de la Santa Trinidad, no se atrevió a repetir la plegaria. En ese mismo instante, al sentir en su alma la fuerza de la gracia de Jesús, empezó a rogar a Dios con las palabras que oyó dentro de ella y que formaron parte de la Coronilla a la Divina Misericordia. Cuando así rezaba, vio la impotencia del Ángel que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecados. A la mañana siguiente, cuando entró en la capilla, el Señor Jesús volvió a instruirla cómo debía rezar la misma oración en el rosario común. Primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión,ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero (Diario 476). Esta oración es para aplacar la ira Divina.
En las revelaciones sucesivas, el Señor Jesús transmitió a Sor Faustina grandes promesas que vinculó con el rezo confiado de esta coronilla. Prometió la gracia de una muerte feliz y tranquila no solamente a quienes la rezaran, sino también a los agonizantes junto a los cuales otras personas orasen con estas palabras. Hasta el pecador más empedernido – dijo – si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de mi misericordia infinita (Diario 687). A quienes recen esta coronilla, me complazco en darles todo lo que me pidan (Diario 1541). Estas y otras promesas del Señor Jesús se cumplirán cuando las prácticas que Él enseñó surjan de la actitud interior de confianza ante Dios y se unan al amor activo al prójimo.
Durante la estancia de Sor Faustina en Vilna, el Señor Jesús volvió al tema de instituir en la Iglesia la Fiesta de la Divina Misericordia. Le recordó que deseaba que la fiesta se celebrara el primer domingo después de Pascua porque las almas perecen a pesar de Su amarga Pasión. Ese día debe ser el refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día – prometió – están abiertas las entrañas de mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas Divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata (Diario 699). Ese día los sacerdotes deben predicar sobre el amor misericordioso de Dios a los hombres y despertar en los corazones de los mismos la confianza hacia Él y con eso hacer posible recoger gracias de la fuente de la Divina Misericordia. La humanidad no conocerá paz hasta que no se dirija a la fuente de mi misericordia (Diario 300) – dijo Jesús a Sor Faustina.