Flora Cantábrica

Matias Mayor

Frases del dia 20,11, 19


Santa María Faustina Kowalska

 

DIARIO

 

La Divina Misericordia

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Mi conversación con el Señor Jesús antes de empezar los ejercicios espirituales. Jesús me dijo que esos ejercicios serían un poco diferentes de los otros.  Al tratar Conmigo procurarás alcanzar una profunda calma. Eliminaré todas las incertidumbres al respecto.  Yo sé que ahora estás tranquila, mientras te estoy hablando; pero en cuanto deje de hablar, empezarás a buscar dudas, pero has de saber que fortaleceré tu alma hasta tal punto que aunque quisieras inquietarte no estaría en tu poder.  Y como prueba de que soy Yo quien te habla, el segundo día de los ejercicios espirituales irás a confesarte con el sacerdote que dirige los ejercicios.  Irás a él en cuanto termine la meditación y preséntale los temores que tienes respecto a Mi, y Yo te contestaré por su boca y entonces terminarán tus dudas.  Durante esos ejercicios espirituales observa un silencio tan riguroso como si en tu alrededor no existiera nada.  Hablarás solamente Conmigo y con el confesor, a las Superioras les pedirás solamente penitencias.  Me alegré muchísimo de que el Señor Jesús me hubiera mostrado tanta benevolencia y de que se hubiera humillado hacia mí.

 

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Primer día de los ejercicios espirituales. Por la mañana procuré ser la primera en llegar a la capilla, antes de la meditación tuve todavía un momento para la oración al Espíritu Santo y a la Santísima Madre.  Pedí ardientemente a la Virgen que me obtuviera la gracia de ser fiel a esas inspiraciones interiores y que yo cumpliera fielmente toda la voluntad de Dios.  Inicié esos ejercicios con un ánimo muy especial.

 

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(86) Lucha por mantener el silencio.  Como sucede normalmente, a los ejercicios espirituales vienen hermanas de varias casas.  Una de las hermanas que yo no había visto desde hacia mucho tiempo, vino a mi celda y dijo que tenía algo que decirme.  No le contesté nada y ella se dio cuenta de que yo no quería romper el silencio.  Me contestó:  No sabía, hermana, que usted fuera tan rara, y se fue.  Entendí que esa persona no tenía otro interés hacia mí que el de satisfacer su curioso amor propio.  Oh Dios mantenme en la fidelidad.

 

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El Padre [95] que dirigía los ejercicios espirituales, era de América. Vino a Polonia por poco tiempo y coincidió que nos predicara los ejercicios a nosotras.  En ese hombre se reflejaba una profunda vida interior.  Su aspecto revelaba la grandeza del espíritu; la mortificación y el recogimiento caracterizaban a aquel sacerdote.  Sin embargo, a pesar de las grandes virtudes que aquel sacerdote poseía, experimenté enormes dificultades para revelarle mi alma en cuanto a las gracias, porque en cuanto a los pecados es siempre fácil, pero en lo que se refiere a las gracias, de verdad tengo que imponerme un gran esfuerzo y aún con esto no digo todo.

 

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Tentaciones de Satanás durante las meditaciones. Me invadió extrañamente el temor de que el sacerdote no me entendiera o no tuviera tiempo para que pudiera exponerle todo.  ¿Cómo le hablaré de todo esto?  Si fuese el Padre Bukowski, me resultaría más fácil, pero a este jesuita lo veo por primera vez.  En ese momento me vino a la mente el consejo del Padre Bukowski [96], quien me había dicho que cuando hiciera los ejercicios espirituales, debería tomar nota, aunque brevemente, de la luz que Dios me mandaría y por lo menos de eso darle cuenta, aunque brevemente.  Oh Dios mío, un día y medio me ha pasado tan fácilmente:  ahora está empezando la lucha de vida o muerte.  Dentro de media hora debe haber la meditación y después tengo que ir a confesarme.  Satanás me hace creer que si las Superioras dijeron que mi vida es una ilusión, ¿para qué preguntar todavía (87) y molestar al confesor?  Después de todo, la M. X [97] te dijo que Jesús no tiene ese tipo de relaciones con almas tan miserables; lo mismo te dirá ese confesor.  ¿A qué hablar de esto?  Al fin y al cabo no son pecados, y la Madre X te dijo explícitamente que todos esos contactos con el Señor Jesús son un sueño, pura histeria, pues, ¿para qué hablar de eso a ese sacerdote?  Vas a hacer mejor si lo rechazas todo como una ilusión.  Mira, cuántas humillaciones sufriste y cuántas sufrirás todavía, además las hermanas saben que eres histérica.  ¡Oh Jesús!, grité con toda la fuerza de mi alma.  Justo en aquel momento el Padre salió para dar la conferencia.  Habló brevemente, como si tuviera prisa.  Terminada la conferencia se sentó en el confesionario.  Miré alrededor, ninguna hermana se acercaba.  Me levanté rápidamente de mi reclinatorio y en un momento estaba junto a la rejilla.  No hubo tiempo para ninguna reflexión.

 

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En vez de hablar al Padre de mis dudas que me fueron infundidas respecto a Jesús, comencé a relatarle todas las tentaciones que he descrito arriba. Sin embargo el confesor se dio cuenta en seguida de mi situación y dijo:  Hermana, usted no confía en Jesús, porque se comporta con usted con tanta benevolencia.  Pues, hermana, esté completamente tranquila.  Jesús es su Maestro y su comunión con Jesús no es ni una histeria, ni un sueño, ni una ilusión.  Sepa hermana, que está en el buen camino.  Trate de ser fiel a estas gracias y no debe evitarlas.  No es nada necesario que usted hable de estas gracias interiores a las Superioras, si no fuera por una orden clara de Jesús, y antes consulte al confesor.  Pero si Jesús pide alguna cosa que está al exterior, entonces, tras consultar al confesor, usted debe cumplir lo que el Señor pide, aunque eso la cueste muchísimo.  Y por otra parte, usted, hermana tiene que hablar de todo con el confesor.  No hay absolutamente otro camino para usted.  Ore, hermana (88), para obtener un director espiritual, porque en el caso contrario, usted desperdiciará estos grandes dones de Dios.  Le repito otra vez esté tranquila, usted está en el buen camino Ignore todo y siempre sea fiel al Señor Jesús, sin reparar en lo que digan de usted, hermana.  Precisamente con tales almas miserables el Señor Jesús trata de esta manera y cuánto más usted se humille, tanto más Jesús se unirá a usted.

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