Flora Cantábrica

Matias Mayor

Frases del día 27.11.2013


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Frases del día 27.11.2013

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Lo que nos dice Francisco,!qué cosas tan dignas de leer! Y de meditar!

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No a una economía de la exclusión

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53. Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para

asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una

economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede

ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y

que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se

puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre.

Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de

la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como

consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven

excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se

considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se

puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que,

además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la

explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda

afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive,

pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se

está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».

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54. En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del «derrame»,

que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de

mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en

el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos,

expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan

el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema

económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para

poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder

entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización

de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de

compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el

drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una

responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos

anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no

hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de

posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera

nos altera.

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