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Nitrogeno y calentamiento global
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Recogemos algunos comentarios sobre el Nitrógeno, en Investigación Y CIENCIA .Abril 2010
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Señalan los autores del árticulo
Variar las dietas de animales- dar a las vacas más forraje y menos maiz
En el litoral cantábrico en los ultimos áños, grandes extensiones pastizales semi-naturales, se han convetido en monocultivos de maiz forrajero, como se puede ver en las fotografías.
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Cultivo de Maiz en Navia
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Los humanos generan nitrógeno reactivo y lo inyectan en el medio a un ritmo acelerado. En parte, porque crece el número de países afanados en procesos de gran consumo de abonos: entre otros, la síntesis de biocombustibles y la producción de carne (las dietas cárnicas dependen de un cultivo intensivo de cereales grano para la alimentación animal). La actividad humana ha triplicado la cantidad anual de nitrógeno reactivo que se arroja a medios continentales y mares litorales.
En 1909, el químico alemán Fritx Haber, de la Universidad de Karlsruhe, ideó un procedimiento para obtener amoniaco, el ingrediente activo de los abonos sintéticos, a partir del nitrógeno, gas que abunda en la atmósfera, pero que, al no ser reactivo, no lo asimilan la mayoría de los organismo. Durante los decenios siguientes, las nuevas factorías transformaron incesantemente amoniaco en fertilizantes.
La mayor parte del nitrógeno reactivo que se produce (para abonar la tierra, y en menor medida, como subproducto de los combustibles fósiles) no va a parar a los alimentos, sino que se difunde hacia la atmósfera, ríos y océanos, donde se transforma en contaminante.
El nitrógeno reactivo es el causante de las floraciones algales nocivas, que al descomponerse, consumen oxígeno llegando a crear muertas en aguas costeras. Además muchas plantas no están preparadas para una acumulación repentina de nitrógeno y ceden paso a especies nuevas. En numerosas ocasiones, ello se traduce en una pérdida de biodiversidad (un informe reciente ha clasificado la contaminación por nitrógeno entre las tres primeras amenazas contra la biodiversidad universal),
En la atmósfera, el nitrógeno da origen a uno de los subproductos más indeseables, el ozono a ras de tierra. La formación de ozono resulta nociva, no sólo por su amenaza contra la salud humana, sino también porque, en la superficie del suelo, el ozono constituye un gas de efecto invernadero. Deteriora los tejidos vegetales, inhibe el crecimiento de las plantas y limita la capacidad de éstas de absorber dióxido de carbono y compensar así el calentamiento global.
El exceso de nitrógeno también constituye una amenaza para la salud del ser humano. Un análisis del estadounidense Instituto Nacional de la Salud sugiera que las elevadas concentraciones de nitratos en el agua potable pueden agravar múltiples problemas de salud, incluidos varios tipos de cáncer. La contaminación atmosférica asociada al nitrógeno aumenta la incidencia de trastornos cardiopulmonares y eleva las tasas de mortalidad.
También contribuye al calentamiento global cuando se presenta en forma de óxido nitroso (N2O). El poder eficaz de calentamiento que posee la molécula de N2O multiplica por 300 el que alcanza una molécula de CO2.
Por otro lado, en ciertas ocasiones el exceso de nitrógeno contrarresta el calentamiento al combinarse con otras sustancias de la atmósfera, forma aerosoles que reflejan la radiación entrante. Asimismo, al estimular un crecimiento vegetal más rápido en bosques deficientes en nitrógeno favorece la absorción de CO2 atmosférico. Sin embargo la mayoría de los indicios señalan que la acumulación de un exceso de nitrógeno antropogénico acelerará el calentamiento del clima.
Aunque la mayor parte del nitrógeno que hoy perjudica el planeta puede atribuirse a la producción de abonos, no es posible prescindir de los fertilizantes. Sin embargo, el planeta podría producir más alimentos con menos abonos, siempre que se modificaran las prácticas de explotación propias de una época de abonos abundantes y baratos, y de escasa atención a las consecuencias de su empleo a largo plazo.
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