Flora Cantábrica

Matias Mayor

FAUSTINA KOWALSKA. ESPAÑOL, 8


SANTA FAUSTINA KOWALSKA
Biografia (1905-1938)

 

 

Conocida en el mundo entero santa sor Faustina Kowalska – apóstol de la Divina Misericordia – una de las místicas más destacadas de la Iglesia, nació el 25 de agosto de 1905 en el pueblo de Glogowiec (Polonia), en una familia campesina, pobre y católica, fue la tercera hija entre diez hermanos. En el santo Bautismo, celebrado en la iglesia parroquial de Swinice Warckie, recibió el nombre de Helena. Desde pequeña destacó por su piedad, amor a la oración, laboriosidad y obediencia, y por ser muy sensible a la pobreza humana.

 

Cuando tenía dieciséis años, abandonó la casa familiar y se mudó a Aleksandrów, un pueblo cerca de Łódź (Polonia), y después se trasladó a Łódź, donde, trabajando de sirvienta, ganaba dinero para su mantenimiento y para ayudar a sus padres. Mientras tanto el deseo de ingresar en una orden religiosa maduraba poco a poco en su alma. Sus padres estaban en contra de esa decisión, así que Helena intentaba acallar esta vocación Divina.

Después de muchos años, así lo menciona en su “Diario”:

 

“Una vez, junto con una de mis hermanas fuimos a un baile. Cuando todos se divertían mucho, mi alma sufría tormentos interiores. En el momento en que empecé a bailar, de repente vi a Jesús junto a mí. A Jesús martirizado, despojado de sus vestiduras, cubierto de heridas, diciéndome esas palabras: ¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás? En aquel momento dejaron de sonar los alegres tonos de la música, delante de mis ojos desapareció la compañía en que me encontraba, nos quedamos Jesús y yo. Me senté junto a mi querida hermana, disimulando lo que ocurrió en mi alma con un dolor de cabeza. Un momento después abandoné discretamente a aquella compañía y a mi hermana, y fui a la catedral de San Estanislao Kostka.

 

Estaba anocheciendo, en la catedral había poca gente. Sin hacer caso a lo que pasaba alrededor, me postré en cruz delante del Santísimo Sacramento, y pedí al Señor que se dignara hacerme conocer qué debía hacer en adelante. Entonces oí estas palabras: Ve inmediatamente a Varsovia, allí tomarás los hábitos. Me levanté de la oración, fui a casa y solucioné las cosas necesarias. Tal como pude, le confesé a mi hermana lo que había ocurrido en mi alma, le dije que me despidiera de mis padres, y con un solo vestido, sin nada más, llegué a Varsovia’’ (Diario, 9-10).

 

En Varsovia (Polonia) de Helena buscaba lugar en muchas órdenes religiosas, pero en ninguno querían dejarle ingresar. Finalmente, el 1 de agosto de 1925, pasó el umbral de la casa de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en la calle Zytnia, en Varsovia. Aquí la acogieron

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Sin embargo, antes, para cumplir con los requisitos que exigía la congregación, como el aporte de una dote, tuvo que trabajar para ahorrar el importe necesario y poder ingresar en el convento. Trabajó de sirvienta doméstica en una familia numerosa que vivía cerca de Varsovia.

 

Los sentimientos que experimentaba después del ingreso en la Congregación los describió en el “Diario”:

 

“Me pareció que entré en la vida del paraíso. De mi corazón brotó una sola oración, la de acción de gracias” (Diario, 17).

 

En la Congregación recibió el nombre de sor María Faustina. El noviciado lo pasó en Cracovia, donde en presencia del obispo Estanislao Rospond hizo los primeros votos, y cinco años después los votos perpetuos de castidad, pobreza y obediencia. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Los períodos más largos los pasó en Cracovia, Vilna y Płock (Polonia) trabajando como cocinera, jardinera y portera. Para quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su extraordinaria y rica vida mística. Cumplía sus deberes con fervor; también cumplía rigurosamente todas las reglas de la Congregación, estaba siempre recogida y silenciosa, pero a la vez era natural, alegre, siempre llena de amor benévolo y desinteresado hacia el prójimo.

 

Tras el primer año de noviciado, le vinieron experiencias místicas sumamente dolorosas: la noche oscura del alma; luego, llegaron también sufrimientos espirituales y morales relacionados con la realización de la misión que le fue encomendada por el Señor. Sor Faustina ofreció su vida a Dios por los pecadores, para salvar sus almas y con este propósito experimentó diversos sufrimientos.

 

En los últimos años de su vida aumentaron las dolencias de su cuerpo: desarrolló tuberculosis que atacó a los pulmones y al sistema digestivo. A causa de ello fue internada dos veces en el hospital durante varios meses.

Extenuada físicamente, pero plenamente madura espiritualmente y unida místicamente a Dios, falleció en olor de santidad, el 5 de octubre de 1938, a la edad de 33 años. La mayor parte de su vida la había pasado en el convento. (Ver las notas del “Diario” de santa Faustina).

 

 

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