Flora Cantábrica

Matias Mayor

frases del dia 11 12 20


 

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Maximiliano kolbe

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Alrededor del 1906, sucede un acontecimiento que marca un jalón fundamental en la vida de Maximiliano, y que deja preocupada y desconcertada a la madre. Ella misma lo relata, a los pocos meses del martirio del hijo. «Sabia yo de antemano, en base a un caso extraordinario que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir. Solo no recuerdo si sucedió antes o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproche: Niño mío, ¡quien sabe lo que sera de ti!. Después, yo no pensé mas, pero observe que el muchacho había cambiado tan radicalmente, que no se podía reconocer mas. Teníamos un pequeño altar escondido ente dos roperos, ante el cual el a menudo se retiraba sin hacerse notar y rezaba llorando. En general, tenia una conducta superior a su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lagrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunte: ¿te pasa algo? ¡Has de contar todo a tu mamita!

 

Temblando de emoción y con los ojos anegados en lagrimas, me contó: «Mama, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen me dijera lo que seria de mi. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miro con cariño y me pregunto si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Conteste que las aceptaba… (las dos). Entonces la Virgen me miro con dulzura y desapareció

 

En el otoño de 1912, el P. Provincial teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que, junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada

 

LOS AÑOS DE ESTUDIO EN ROMA

 

En 1917, por razón del 75 aniversario de la conversión de Alphonse Ratisbon, conocido agnóstico anti-católico de linaje judío, San Maximiliano fue inspirado a fundar una asociación pia de fieles conocida como «La Milicia de la Inmaculada». Su proposito es promover el amor y el servicio a la Inmaculada, la conversión de las almas a Cristo

 

A lo largo de siete años (1912-1919) le absorbe fundamentalmente el estudio. Maximiliano termina sus estudios romanos con dos doctorados. El primero en filosofía, 1915 en la famosa Universidad Gregoriana. El segundo en teología en 1919 en el Colegio Seráfico Internacional

 

La Milicia de la Inmaculada es todo el ideal de mi vida». Hablaba de ella y exaltaba su misión. Insistía en la necesidad de organizarse; invitaba a asociarse a la M.I. Su «idea fija» lo perseguía. Y el quería contagiar su entusiasmo a todos

 

EL CABALLERO DE LA INMACULADA

 

El amor a la Inmaculda reclama un medio para comunicarlo y para salvar almas

Debía «llevar a la Inmaculada a las casas, para que las almas, acercándose a María, reciban la gracia de la conversión

 

El P. Maximiliano hizo fotografiar a los hermanos, en habito franciscano, ocupados en las distintas fases de trabajo en el taller, y publicar las fotos. Causaron tremenda conmoción. Todos, particularmente los jóvenes quedaron impresionados al ver frailes y monjas llenos de gozo en el servicio a la Virgen por medio de la imprenta. Cundieron los deseos de consagrar la vida a la Virgen, vinieron mas vocaciones. Una llamada a evangelizar con todas las fuerzas con la imprenta pero desde una base de vida consagrada y sin diluir las exigencias de los votos. He ahí la profunda innovación del P. Maximiliano

 

 

NIEPOKALANOW: CIUDAD DE LA INMACULADA

 

 

En 1929, entre enfermedad y dificultades el P. Kolbe se lanza a su nueva fundación en unos terrenos que le fueron logrados milagrosamente: su ciudad mariana. NIEPOKALANOW, o ciudad de la Inmaculada, o mejor, «casa, propiedad y reino de la Inmaculada». Decía que el, la M.I., y cada caballero, son cosa y propiedad de la Virgen. En Niepokalanow María lo es todo: es el corazón y la meta; es el ideal y la fuerza. Por Ella se trabaja, se vive, se sufre, como por Ella se muere. Los caballeros son los hijos felices y los servidores fieles de la Madre celestial. «!Todo a la mayor gloria de la Inmaculada

 

Consistía de un convento de sacerdotes y hermanos franciscanos comprometidos a promover la Milicia por todas partes por medio del uso de todos los medios de comunicación que estuviesen a su alcance

 

Ante todo se construyo la capilla. Mas tarde se trajeron las maquinarias y todos los elementos de la imprenta. La aspiración del P. Maximiliano era que Niepokalanow fuera una escuela de santidad. «No sólo para mayor gloria de Dios, sino para la Máxima gloria de Dios

 

LA INMACULADA EN EL JAPON

 

Dos años mas tarde San Maximiliano, como respuesta al llamado del Santo Padre a los religiosos a favor de las necesidades misioneras de la Iglesia desea ir al Oriente para fundar otra ciudad de la Inmaculada en Mugenzai No Sono, Japón

 

ULTIMO PERIODO EN LA CIUDAD DE LA INMACULADA EN POLONIA

 

Vuelve a Niepokalanow en 1936 y bajo su dirección el número de frailes crece hasta exceder en los meses próximos a la II Guerra Mundial, el número de 900. El apostolado de publicaciones producía en exceso de un millón de revistas mensualmente y 125,000 ejemplares de un diario destinado para el millón de miembros de la Milicia en el mundo

 

EL CALVARIO DE LA GUERRA

 

Pocos días después, llega la Wermach, o ejercito de ocupación, que sin miramiento alguno comete todo tipo de tropelía, saqueos y vandalismos en la ciudad mariana: destrozan imágenes, encienden fogatas con ornamentos sagrados, retiran y se llevan una buena parte de la maquinaria tipográfica. El P. Kolbe, el fundador, esta presente ante esos destrozos sacrílegos. No se deja dominar por el odio ni grita venganza. Solo reza, llora y consuela…

 

El 19 de septiembre se presento en Niepokalanow la Wermacht alemana con gritos: «Todos fuera!.. ¡Todos en marcha!.. Todos los frailes fueron acorralados en el patio, encolumnados y cargados en camiones rumbo al occidente. Pasaron de un campo de concentración a otro: de Lamsdorf a Amtitz, de aquí a Ostrzeszow. Aun no se había llegado a los horrores posteriores de los campos de concentración; sin embargo, no faltaban los sufrimientos. Había de sobra dolor para poner a prueba hasta a los mas fuertes: abusos, prepotencia, desprecio, violencia, repugnante suciedad, hambre, frío, promiscuidad, piojos.

 

PRESIDIO

El P. Kolbe esta en la lista negra de la Policía Secreta. ¿Por que? El Padre Kolbe es el superior de Niepokalanow, cuyas actividades marianas tienen tanta influencia en toda Polonia. Los nazis quieren destruir esa influencia y a la vez quieren vengarse de que de esos talleres salía «El Pequeño Diario» cuya predica patriota y católica tanto los había enfurecido. Peor mas aun, el P. Kolbe por su sacerdocio, cultura y posición era dirigente notable. En el programa de ocupación estaba previsto el exterminio de los intelectuales y dirigentes. Además, en Niepokalanow se brindaba asilo a los judíos. A los ojos antisemitas de los nazis, eso era un delito que merecía el castigo de los campos de concentración

 

Un día de febrero del 1941 por la mañana dos autos negros de la Gestapo se paran ante Niepokalanow. Los policías piden hablar con el P. Kolbe, quien al saber su llegada contesta con temblor al hermano portero: «¡Bien, bien, hijo mío!¡María!». Reúnen a todos los frailes en el patio, mientras tanto ellos inspeccionan bruscamente todo el convento. Hacia mediodía, el Padre Maximiliano y otros cinco padres son obligados a introducirse en los autos. Parten para un viaje sin retorno. El P. Maximiliano inicia su vía crucis sereno y tranquilo, como siempre. Dejó su querida Niepokalanow, su predilecta ciudad mariana, para no volver mas.

 

 

AUSCHWITZ

El campo de concentración de Auschwitz es llamado por los polacos: «campo de la muerte», porque en sus campos, bloques y sótanos, han perecido miserable y trágicamente, mas de cinco millones de personas. Levantado sobre los escombros de unos cuarteles y granjas, esta situado en la Polonia meridional, en una zona pantanosa, insalubre, para que no hubiese testigos indiscretos de esa fabrica de muerte. Rodeado por altas alambradas electrizadas y de torres de control. Allí toda crueldad e infamia, toda bestialidad y aberración, toda atrocidad y todos los horrores se habían dado cita para transformarlo en un verdadero infierno. Continuas muertes por enfermedades y por inanición, frío, fatigas agotadoras, escorbuto, disentería, traumas e infecciones. El pelotón de fusilamiento acribillaba a docenas a la vez contra un paredón forrado de caucho, para atenuar el ruido del disparo. En la plaza de armas cinco personas subían a la banqueta. El verdugo les colocaba el lazo al cuello. Con una patada a la banqueta quedaban las víctimas suspendidas. Auschwitz se había hecho famoso por la instalación de la primera cámara de gas. Lo que mas se temía no eran las balas, ni las horcas, ni las cámaras de gas, sino los sótanos de la muerte, o «Bunker», de la lenta agonía, del martirio enloquecedor del hambre y de la sed.

Entra en Auschwitz el P. Maximiliano la tarde del 28 de mayo de 1941 con un transporte de otros 320 presos

 

La mañana del 29 de mayo despertó a los 320 con un deshumanizante programa. Desnudados, fueron sometidos a una ducha colectiva de violentos chorros de agua fría. Después golpeados y escarnecidos obscenamente por sus desnudeces, fueron revestidos de raídas casacas, muchas de ellas aun manchadas de sangre. Cada casaca lleva un numero. Desde ahora en adelante, cada preso no será mas que un numero. El del Padre Maximiliano María Kolbe era el 16670

 

Un día, después de una tremenda paliza dada por el cabo que estaba a cargo, y que lo había dejado mas muerto que vivo, el P. Kolbe fue internado en el hospital, atacado de neumonía, con fiebre altísima y con el rostro estriado de moretones. «Con su conducta ante el sufrimiento, asombraba a médicos y enfermeros. Soportaba el dolor virilmente y con completa resignación a la voluntad de Dios, solía repetir: «Por Jesús soy capaz de padecer aun mas. La Inmaculada esta conmigo y me ayuda».

EL MARTIRIO FINAL

 

El bloque 14 había salido para la cosecha de unas parcelas de trigo. Aprovechando algún descuido de los guardias, un preso se fugó. Por la tarde, al pasar lista, se descubrió el hecho. El terror congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían la terrible amenaza del jefe: «Por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serian condenados a morir de hambre en el bunker o sótano de la muerte.

 

A todos aterrorizaba el lento martirio del cuerpo, la tortura del hambre, la agonía de la sed. Al día siguiente, los otros bloques siguen sus faenas diarias. Los del bloque 14 han de quedar en posición de atención en la explanada bajo el sol calcinante de verano, sin comer ni beber. Tres horas pasan como la eternidad. El P. Maximiliano, el de los pulmones agujereados por la tisis, el que acaba de salir del hospital, siempre débil y enfermizo, resiste de pie, no desmaya ni cae. El solía repetir: «En la Inmaculada todo lo puedo». A las 21 horas se distribuyo la comida. Pero no para el bloque 14. Estos pobres observaron como sus raciones eran tiradas de las ollas al desagüe. Al romper filas todos van a catres sabiendo que al día siguiente diez de entre ellos serian escogidos para el bunker de la muerte. Ya había ocurrido en dos ocasiones.

 

Al día siguiente, a las 18 horas, Fritsch, el comandante del campo, se planta de brazos cruzados ante sus víctimas. Un silencio de tumba sobre la inmensa explanada, atestada de presos sucios y macilentos. «El fugitivo no ha sido hallado… Diez de ustedes serán condenados al bunker de la muerte… La próxima vez serán veinte».

 

Con total desprecio a la vida humana, los condenados son escogidos al azar. ¡Este!… ¡Aquel!… grita el comandante. El ayudante Palitsch marca los números de los condenados en su agenda. Aterrorizado, cada condenado sale de las filas, sabiendo que es el final

 

Adiós, adiós , mi pobre esposa!.. ¡Adiós , mis hijitos, hijitos huérfanos! dice sollozando el sargento Francisco Gajownieczek.

 

Las palabras del sargento sin duda tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe hacen mas. Mientras los diez condenados responden al grito: «¡Quítense los zap

atos!», porque deben ir descalzos al lugar del suplicio; de improviso ocurre lo que nadie podía imaginarse.

He aquí los testimonio de los que estaban presente:

 

Después de la selección de los diez presos atestigua el Dr. Niceto F. Wlodarski, el P. Ma comandante. Este sorprendido, dirigiéndose al Padre, dijo: «Que quiere este cerdo polaco?». «El P. Maximiliano, apuntando la mano hacia F. Gajownieczek, ya seleccionado para la muerte, contesto: «Soy sacerdote católico polaco; soy anciano; quiero tomar su lugar, porque el tiene esposa e hijos…».ximiliano salió de las filas y quitándose la gorra, se puso en actitud de ¡firme! ante el

 

«El comandante maravillado, pareció no hallar fuerza de hablar. Después de un momento, con un gesto de la mano, pronunciando la palabra ¡Raus! ¡Fuera!…, ordeno a Gajowniczek que regresara a su fila. De este modo, el P. Maximiliano María Kolbe tomo el lugar del condenado».

 

«Parece increíble que el comandante Frisch haya borrado de la lista al sargento, y haya aceptado el ofrecimiento del P.Kolbe, y que mas bien no haya condenado a los dos al bunker de la muerte. Con un monstruo como ese, todo era posible

 

Los diez condenados al hambre y la sed bajan al sótano de la muerte del que solo salen cadáveres directamente al crematorio.

 

Bruno Borgowiec, un polaco encargado de retirar los cadáveres, dio su testimonio: «Después de haber ordenado a los pobres presos que se desnudaran completamente, los empujaron en una celda. En otras celdas vecinas ya se hallaban otros veinte de anteriores procesos. Cerrando la puerta, los guardias sarcásticamente decían: «Ahí se van a secar como cascaras». Desde ese día los infelices no tuvieron ni alimentos ni bebidas»

 

Desde las celdas donde estaban los infelices, se oían diariamente las oraciones recitadas en voz alta, el rosario y los cantos religiosos, a los que se asociaban los presos de las otras celdas. En los momentos de ausencia de los guardias yo bajaba al sótano para conversas y consolar a los compañeros. Loas fervorosas oraciones y cantos a la Virgen se difundían por todo el sótano

 

Del martirio que han debido padecer los pobres condenados a una muerte tan atroz, da testimonio el hecho de que los cubos estaban siempre vacíos y secos. De lo cual hay que concluir que los desgraciados, a causa de la sed, tomaban la propia orina

 

Así pasaron dos semanas, mientras tanto los presos morían uno tras otro. Al termino de la tercera semana, solo quedaban cuatro, el P. Kolbe entre ellos.

 

A las autoridades pareció que las cosas se alargaban demasiado. La celda era necesaria para otras víctimas. «Por esto, un día, el 14 de agosto, condujeron al director de la sala de enfermos, el criminal Boch, el cual propino a cada uno una inyección endovenosa de ácido fénico. El P. Kolbe, con la plegaria en los labios, el mismo ofreció el brazo al verdugo

 

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