Flora Cantábrica

Matias Mayor

Frases del dia 20.8 18


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María se aparace a
santa Catalina Labouré

 

 

La primera aparición

 

 

En víspera del día de san Vicente de Paúl, el 19 de julio, la Hermana Superiora habló a las novicias sobre las virtudes de su santo Fundador y le dio a cada una de ellas un trozo de material de su camisola. Catalina le rezó con fervor a san Vicente para que le concediera ver con sus propios ojos a la Madre de Dios.

 

 

Estaba convencida de que esa misma noche vería a la Santísima Virgen María. En su convicción, Catalina se quedó dormida. Poco después, la despertó una luz brillante de la que venía la voz de un niño. “Sor Labouré, ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera”.

 

 

Catalina contestó: “Nos van a descubrir”.

 

 

 

El pequeño sonrió: “No te inquietes, son más de las once y media, todos están durmiendo… ven, estoy esperándote”. Ella se levantó rápidamente y se vistió. Las luces del pasillo estaban encendidas. Las puertas de la capilla, que estaban cerradas con llave, se abrieron cuando el ángel las tocó. Asombrada, Catalina encontró la capilla iluminada con luces como preparada para la misa de gallo. En seguida, se arrodilló en la barandilla de comunión, y de repente, oyó el susurro de un vestido de seda… la Santísima Virgen, iluminada de gloría, sentada en la silla del padre director. El ángel murmuró: “La Santísima Virgen desea hablar contigo”.

 

 

Catalina se levantó, se arrodilló al lado de la Santísima Virgen y apoyó las manos en su regazo. María le dijo: “Dios desea encargarte una misión. Te van a contradecir, pero no tengas miedo; tendrás la gracia para hacer lo que es necesario. Cuenta a tu director espiritual todo lo que te ha pasado. Los tiempos son siniestros en Francia y en el mundo”.

 

 

El rostro de la Virgen muestra una expresión de dolor.

 

 

“Ven al pie del altar. De aquí, gracias serán derramadas sobre todos, grandes y pequeños, especialmente sobre aquellos que las buscan. Tú tendrás la protección de Dios y de san Vicente. Yo siempre te protegeré. Habrá mucha persecución. La cruz será tratada con desprecio. Será tirada en el suelo y correrá sangre”. Entonces, después de haber hablado por un rato, la Señora, como una sombra que se desvanece, se fue.

 

 

Una vez más, siguiendo al niño, Catalina abandonó la capilla, caminó por el pasillo y regresó a su sitio en el dormitorio. El ángel desapareció y cuando Catalina se fue a la cama, oyó cómo el reloj marcaba las dos de la mañana.

 

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