Flora Cantábrica

Matias Mayor

frases del dia 12,1. 18


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Santa teresa de Avila

 

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VIDA MÍSTICA

 

 

 

 

A partir de su conversión su carrera hacia Dios fue vertiginosa. Tenía muy de ordinario oración de quietud y muchas veces de unión, que duraba mucho rato 56. También empezó a tener experiencias místicas que la turbaban, porque no

 

sabía si eran auténticas, especialmente visiones intelectuales, locuciones interiores, arrobamientos, etc. Ella, para tener seguridad, buscaba siempre confesores; si era posible, santos y letrados, para que la dirigieran por el camino recto.

 

 

Durante los tres años (1555-1558) que vivió fuera de su convento de la Encar+nación, en la casa de doña Guiomar de Ulloa, tuvo facilidad para buscar confesores. El año 1556 recibió el don del Desposorio espiritual, probablemente durante la Pascua de Pentecostés, recién cumplidos sus 41 años de edad.

 

Ella escribe: Como las visiones fueron creciendo, uno (de mis confesores)… comenzó a decir que claro era demonio. Mandándome que, ya que no había remedio de resistir, que siempre me santiguase cuando alguna visión viese, y diese higas (rechazara), porque tuviese por cierto era demonio y con esto no vendría; y que no hubiese miedo, que Dios me guardaría y me lo quitaría. A mí me era esto gran pena; porque, como yo no podía creer sino que era Dios, era cosa terrible para mí; y tampoco podía desear se me quitase; mas, en fin, hacía cuanto me mandaban. Suplicaba mucho al Señor que me librase de ser engañada. Esto siempre lo hacía y con hartas lágrimas, y a san Pedro y a san Pablo… muchas veces los veía al lado izquierdo muy claramente, aunque no con visión imaginaria (sino intelectual)

 

LA TRANSVERBERACIÓN

 

Ella, aludiendo a la transverberación, escribió esta poesía:

 

En las internas entrañas

sentí un golpe repentino

el blasón era divino,

porque obró grandes hazañas.

Con el golpe fui herida

y, aunque la herida es mortal,

Y es un dolor sin igual,

es muerte que causa vida.

Si mata, ¿cómo da vida?

Si da vida, ¿cómo muere?

¿Cómo sana cuando hiere

y se ve con Él unida?

Tiene tan divinas mañas,

que en un tan acerbo trance,

sale triunfal del lance,

obrando grandes hazañas.

 

 

 

 

 

Entre 1558 y 1560 tuvo muchos arrobamientos, ímpetus, raptos de amor y también la experiencia de la transverberación. Nos dice: Quiso el Señor que viese algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije. Esta visión quiso el Señor la viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro encendido, que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan: deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen. Veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego; éste me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay que desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual

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aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento…

 

Los días que duraba esto andaba como embobada; no quisiera ver ni hablar, sino abrazarme con mi pena, que para mí era mayor gloria que cuantas hay en todo lo criado

 

La gracia de la transverberación se repitió varias veces. María Pinel, cronista del convento de la Encarnación, dice que la merced del dardo fue en el coro alto; no fue una vez sola, sino muchas las que el serafín hirió este amoroso pecho 59.

 

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