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El cambio de liderazgo en China y sus implicaciones.The change of leadership in China and its implications
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Memorando Opex Nº 180/2012:_______ El cambio de liderazgo en China y sus implicaciones
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El 14 de noviembre terminó en Pekín el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, que ha marcado el ascenso al poder de su quinta generación de líderes. Este memorando explica quiénes son los nuevos gobernantes chinos y qué podemos esperar de ellos en tres ámbitos tan relevantes como el modelo de desarrollo económico, la reforma política y las relaciones internacionales.
La quinta generación de líderes
Xi Jinping y Li Keqiang son las principales figuras de la nueva generación de líderes chinos, que gobernarán de forma colegiada a este país durante los próximos diez años. Xi Jinping ha sido nombrado secretario general del Partido Comunista Chino y presidente de su Comisión de Asuntos Militares. A este control formal sobre el partido y el ejército se añadirá el próximo marzo la jefatura del Estado. Por su parte, Li Keqiang es el nuevo número dos en la jerarquía del partido y será el próximo primer ministro de China. Ellos son los primeros líderes comunistas que han nacido tras la fundación de la República Popular en 1949 y apenas habían traspasado la veintena cuando murió Mao. Esto, unido al negativo impacto que tuvo sobre ellos la Revolución Cultural, hace que comulguen todavía menos que sus antecesores con los preceptos ideológicos del maoísmo. Su bagaje educativo también les separa de la cuarta generación, en su mayoría ingenieros sin estudios de posgrado, pues tienen un mayor nivel de estudios y un perfil formativo más amplio. Por ejemplo, Li Keqiang es doctor en Economía.
A pesar de estas diferencias con sus antecesores hay dos factores extremadamente significativos que señalan a esta quinta generación como una generación continuista. Todos ellos mantienen vínculos de patronazgo con alguno de los dos anteriores secretarios generales, Hu Jintao y Jiang Zemin, a quienes debe su ascenso a la cúpula del partido. Además, incluyendo a Xi Jinping, tres de los siete miembros del Comité Permanente del Politburó, son familiares de antiguos altos cargos del partido.
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El modelo de desarrollo económico
Durante la década que Hu Jintao y Wen Jiabao han gobernado China este país ha vivido uno de los momentos de mayor crecimiento económico de su historia. El gigante asiático ha crecido a una media superior al 10 por ciento anual y ha pasado de ser la sexta a ser la segunda economía del mundo. A esto hay que añadir que es el primer exportador y que cuenta con la mayor reserva de divisas del planeta. Además se ha avanzado en la construcción de un sistema de protección social básico y el crecimiento de la economía china depende ahora menos de las exportaciones que hace diez años.
Sin embargo, el PIB chino crecerá en 2012 al ritmo más bajo desde 1999. Numerosos economistas chinos interpretan estos datos como una señal del agotamiento del actual modelo económico, impulsado por Deng Xiaoping hace más de tres décadas, y que se basa en mano de obra y financiación baratas y una fuerte demanda internacional. Los salarios están aumentado rápidamente, debido en parte al precipitado estancamiento y envejecimiento de la población propiciado por la política del hijo único; cada vez resulta más difícil obtener financiación, lo que evidencia la insostenibilidad del actual ritmo de inversiones en construcción e infraestructuras; y la demanda internacional se ha estancado, lo que golpea duramente a una parte muy notable del tejido productivo chino orientada a las exportaciones. Además, las desigualdades sociales y las protestas medioambientales se han agudizado.
La tarea de reactivar de forma sostenible la economía china recaerá fundamentalmente en manos de Li Keqiang, tecnócrata reformista muy cercano a Hu Jintao. Li se apoyará en Zhang Gaoli, que tiene un historial exitoso de gestión de varias de las zonas más prósperas de China, incluyendo Tianjin, donde se ubican varias empresas españolas; y probablemente también en Wang Yang, otro tecnócrata reformista, actual líder del partido en Cantón.
Su principal labor será establecer un modelo de desarrollo sustentado en el consumo interno y no en las exportaciones y las inversiones. Esto haría a China menos dependiente del mercado exterior para su desarrollo y haría todavía más atractivo al mercado chino para las empresas extranjeras. Ambas dinámicas
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supondrían en la arena diplomática una mayor capacidad de negociación de Pekín frente a los países industrializados. Para lograr este cambio de modelo es necesario aumentar el poder adquisitivo de la población. Esto no puede hacerse mediante una mera subida de salarios, pues ello redundaría en pérdida de competitividad y en una alta inflación, que es muy temida por las autoridades chinas debido al profundo malestar social que genera. De ahí que se vayan a reforzar las políticas sociales, y a reactivar el sector servicios y el sector privado. Esto liberará recursos para el consumo privado, al no tener que ahorrar tanto la población para hacer frente a contingencias sanitarias y laborales, y permitirá crear un gran número de puestos de trabajo. Para logarlo habrá que tomar medidas difíciles como aumentar el gasto público en políticas sociales y acabar con los privilegios que tienen las empresas estatales. Esto último supondrá, por ejemplo, limitar el control monopolístico que ejercen sobre importantes sectores de la economía unos 120 conglomerados públicos. Esta tarea será especialmente complicada debido a los fuertes intereses creados en torno a ellos. Sin ir más lejos, el hermano de Li Keqiang, Li Keming, es sub-director del monopolio estatal de tabaco.
Otros asuntos prioritarios serán: impulsar un desarrollo interregional más equilibrado para que las zonas del interior no queden descolgadas; la economía verde, reforzando la apuesta por las energías renovables; y la internacionalización del sector financiero, acelerando el proceso de convertibilidad del yuan.
Perspectivas de reforma política
Una vez más ante un cambio de liderazgo en China nos preguntamos si los nuevos gobernantes iniciaran no ya un proceso liberación política, sino al menos alguna de las reformas necesarias para cumplir con objetivos que ellos mismos predican como “acabar con la corrupción” o “gobernar mediante la ley”. Esta incógnita se plantea con más fuerza que hace diez años debido al aumento del descontento social, de los debates internos dentro del régimen en torno a estos temas y a los recientes escándalos que han salpicado a la cúpula del partido. Sin embargo, más allá del evidente cambio de estilo de Xi Jinping respecto a Hu Jintao, mucho más acartonado y cargado de la retórica propia de la propaganda tradicional comunista, la composición del nuevo Comité Permanente del Politburó no hace presagiar
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grandes avances. Especialmente significativo resulta que ninguno de los dos candidatos más reformistas que sonaban para formar parte del mismo, Li Yuanchao (jefe del Departamento de Organización del Comité Central del partido) y Wang Yang (máximo responsable del partido en Cantón), lo hayan logrado, mientras que sí han entrado dos conservadores convencidos como Zhang Dejiang y Liu Yunshan. Esto es indicativo del peso que siguen teniendo dentro del partido algunos líderes conservadores veteranos como Li Peng.
En cualquier caso, los nuevos líderes tendrán que afrontar cuestiones como la lucha contra la corrupción, citada como gran prioridad por Xi Jinping en su primer discurso como secretario general, la adaptación del funcionamiento del partido a las demandas sociales y el reforzamiento de los sistemas legislativo y judicial. Hace dos décadas Jiang Zemin identificaba la corrupción como un asunto de vida o muerte para el partido y en términos similares se ha expresado varias veces Hu Jintao, especialmente en los últimos meses. Sin embargo, este no ha introducido nuevas medidas para acabar con esta lacra como exigir que los principales cargos del partido y sus familiares hagan público su patrimonio. Está por ver si el nombramiento de Wang Qishan al frente de la Comisión Central de Inspección Disciplinaria del partido es un mero golpe de efecto de cara a la opinión pública o un signo de que los nuevos líderes están dispuestos a aplicarse con más ahínco en esta tarea. Wang es una figura carismática en China, ampliamente reconocido tanto por su capacidad de actuación ante situaciones de emergencia como por su integridad. Además, el hecho de no tener hijos jugará a su favor, aunque pueden perjudicarle los vínculos que forjó como vice primer ministro de Finanzas y Comercio Exterior con numerosos familiares de cargos del partido dedicados a labores empresariales.
En cuanto a la relación entre el partido y la sociedad, no ha habido cambios significativos desde que hace una década se permitiese la entrada de empresarios en el partido y se enfatizase que este representaba los intereses de la emergente clase media. Dentro del régimen muchos consideran que esto ha llevado a un mayor distanciamiento entre el partido y la sociedad y que es urgente corregirlo. De ahí que dentro de la cúpula del partido se esté hablando de impulsar la democracia intrapartidista y la democracia deliberativa. Teniendo en cuenta que
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para impulsar estas medidas se ha elegido al conservador Liu Yunshan y que el nivel de competencia a la hora de elegir a los nuevos miembros del Comité Central ha sido menor del esperado, no parece sensato albergar grandes esperanzas de cambio. En el mejor de los casos la democracia intra-partidista supondrá un incremento gradual de los candidatos para los puestos disponibles, pero solo entre un grupo previamente seleccionado por miembros relevantes del partido; y la democracia deliberativa desarrollar canales para transmitir más eficazmente las inquietudes de la población a las autoridades, pero sin garantizarles ninguna capacidad de decisión.
Por otro lado, en varios de sus discursos más reciente, tanto Hu Jintao como Xi Jinping han indicado que en la próxima década se avanzará notablemente en el “gobierno mediante la ley”. Asimismo, uno de los temas abordados durante el XVIII Congreso Nacional del partido ha sido la creciente conciencia de la población sobre sus derechos y la conveniencia de garantizar su disfrute por parte de las autoridades. Sin embargo, la designación de Zhang Dejiang como el próximo Presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional genera dudas en este sentido, dada su falta de formación y experiencia en el ámbito legislativo y judicial.
Política exterior
Los líderes de la quinta generación se apartarán todavía más de la política de perfil bajo seguida por China hasta el inicio de la crisis económica actual. Esa estrategia fue impulsada por Deng Xiaoping con la máxima de “nunca demandar liderazgo” y actualizada durante el mandato de Hu Jintao con la teoría del desarrollo pacífico. Sin embargo, desde el inicio de la crisis en 2008 China está mostrando una mayor firmeza en la arena internacional a la hora de defender intereses centrales como el mantenimiento de su integridad territorial o sus reclamaciones en el Mar del Sur de China y en el Mar de China Oriental. Esto está afectando especialmente a las relaciones de Pekín con los países occidentales y con sus vecinos. La Unión Europa pudo comprobarlo en primera persona cuando China canceló la Cumbre UE – China fijada para diciembre de 2008 en protesta por la disposición de Sarkozy a reunirse con el Dalai Lama durante la presidencia francesa de la UE.
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Esta línea más asertiva en política exterior fue subrayada por Hu Jintao en su discurso de apertura del recientemente finalizado congreso nacional del Partido Comunista Chino, cuando abogó por que su país se convierta en una “potencia marítima” y por el desarrollo de sus capacidades militares para “ganar guerras locales en la era de la información”. La posterior glosa de la agencia estatal Xinhua no hizo más que aumentar la incertidumbre en la zona al presentar como justificación para esta política: “Las crecientes disputas sobre las islas de China en el Mar del Sur de China y en el Mar de China Oriental y la explotación ilegal por parte de algunos países de recursos en los territorios marítimos de China”.
Este giro en la política exterior china obedece factores políticos de los que la quinta generación de líderes participará todavía más que sus antecesores. Por un lado, la creciente confianza en que China puede tratar a las grandes potencias occidentales como un igual, basada en el espectacular aumento de su peso específico en la economía global. Por otro, la frustración por una supuesta conspiración internacional liderada por Estados Unidos para contener la ascendente influencia de Pekín, que indudablemente tiene un referente real en el apoyo militar y diplomático que Washington brinda a varios de los vecinos de China en sus contenciosos con el país del centro y en la política del pivote asiático de Obama. Estas impresiones están cada vez más extendidas entre la población y en el seno del ejército, como evidencian las publicaciones y manifestaciones de varios oficiales de alta graduación como Liu Yuan (hijo de Liu Shaoqi y amigo personal de Xi Jinping), Liu Mingfu, o Dai Xu. Y lo que es más importante, los nuevos líderes tienen menos margen de maniobra que sus antecesores frente a este nacionalismo asertivo. Debido a la debilidad relativa de su posición, saben que podría ser muy costoso para su carrera política aparecer como demasiado blandos en temas tan sensibles desde la óptica del nacionalismo chino como sus relaciones con Tokio y Washington, especialmente respecto a Tíbet, Xinjiang o Taiwán. Ello hace más probable que en los próximos años China se vea involucrada en crisis internacionales con sus vecinos y con Estados Unidos.
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Conclusiones
De cara a los próximos cinco años se pueden esperar cambios graduales en el ámbito económico, tímidos en política exterior y muy tenues reformas políticas. Estas transformaciones no serán sustanciales a menos que haya mayor descontento y movilización social. De lo contrario, los fuertes intereses creados existentes dentro del régimen impedirán que se implementen reformas profundas que socaven sus privilegios políticos y económicos.
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