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Alianzas intergubernamentales. Sur-Sur
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Alianzas intergubernamentales
Sur-Sur
Vamos a la tertulia del University College
EL moderador interviene: vamos a comentar hoy el libro de Dot Keet sobre ”Alternativas estratégicas Sur-Sur al sistema económico y régimen de poder globales”. E l autor destaca que se ha tomando conciencia –para la indignación de muchos– del carácter antidemocrático, opaco y excluyente del modus operandi de la OMC, que los grandes habían creado y manipulado a su medida. Los países del Sur se han dado cuenta que el régimen internacional de comercio favorece a los intereses de los países mas ricos y poderosos. Ante esta situación han surgido un gran número de alianzas intergubernamentales para defender sus intereses comerciales
A modo de resumen del libro vamos a citar algunos de sus párrafos
En los últimos años, los gobiernos de muchos países del Sur han tomado plena conciencia
de que el régimen internacional de comercio e inversiones está totalmente sesgado
y favorece a los intereses de los países más ricos y poderosos. La Organización Mundial
del Comercio (OMC) se encuentra actualmente en punto muerto y, el neoliberalismo,
sumido en una crisis general.
Una de las novedades más apasionantes está en el gran número de alianzas intergubernamentales
Sur-Sur que está surgiendo para defender sus intereses y poner en tela de
juicio el sesgo del actual régimen global de comercio e inversiones. En el seno de la
OMC, se están forjando nuevas alianzas, algunas de ellas coincidentes. Entre ellas,
cabría citar al G-22, compuesto por grandes países exportadores de productos agrarios
y dedicado principalmente a luchar contra el proteccionismo del Norte; al G-33, que
defiende a los pequeños campesinos contra el dumping del Norte; y al mayor grupo de
la OMC, el G-90, que insiste en otorgar un trato especial y diferenciado a los países
menos desarrollados y declarar una moratoria sobre nuevas negociaciones.
En estos momentos, estamos también presenciando la revitalización del Movimiento de
los Países No Alineados y del G-77+China en el marco de las Naciones Unidas.
Encontramos también al G-3 o IBSA, integrado por India, Brasil y Sudáfrica, un grupo
que está promoviendo acuerdos entre sus respectivos bloques regionales y que está
viendo cómo se dispara el comercio entre los tres países
La globalización del capitalismo, que se está infiltrando con creciente empuje en todos
los países y sectores, ha ido ganando terreno a través de un complejo y cambiante conjunto
de elementos en función de cada caso: la actuación directa de fuerzas económicas
‘de mercado’, el empleo político de fuerzas económicas, el uso de presiones políticas y
el uso de instrumentos ideológicos y tecnológicos, y los medios militares. Todas estas
dimensiones exigen –y están recibiendo– la cuidada atención de analistas críticos y
fuerzas populares, sobre todo con respecto al descarado unilateralismo y al agresivo
militarismo de la actual superpotencia mundial: los Estados Unidos (EE.UU.).
El
nuevo sistema de gobierno mundial descansa fundamentalmente en el complejo de las
instituciones financieras internacionales (IFI), capitaneadas, entre otras, por el Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del
Comercio (OMC). En estos momentos, estamos también presenciando la revitalización del Movimiento de los Países No Alineados y del G-77+China en el marco de las Naciones Unidas
lDesde principios de los años ochenta, las IFI se revelaron como instrumentos de gran
utilidad para los gobiernos de las economías altamente industrializadas; instrumentos
que permitían obligar a los países a reestructurar y reorientar sus economías hacia los
‘beneficios’ del comercio internacional, las inversiones internacionales y el flujo de capitales
a través de los programas de ‘estabilización macroeconómica’ del FMI y de los
‘programas de ajuste estructural’ del BM que los acompañaban. De este modo, se les
exigió que abrieran los mercados y la confianza a los florecientes productores/exportadores
e inversores de los países del Norte.
En las conferencias ministeriales de la OMC duran-
te los años que siguieron a la Ronda de Uruguay, representantes de los países en desarrollo
ante este organismo intentaron retomar y corregir los defectos y las deficiencias
de los acuerdos adoptados en dicha ronda.5 A lo largo del proceso, se fue tomando conciencia
–para la indignación de muchos– del carácter antidemocrático, opaco y excluyente
del modus operandi de la OMC que los grandes habían creado y manipulado a su
medida. Estos métodos antidemocráticos hacen que sea prácticamente imposible que
otros países puedan incluir propuestas en los ‘textos’ de negociación, por no decir ya
que puedan conseguir su aprobación.
Los gobiernos de los países en desarrollo mejor informados y con mayor iniciativa
empezaron a discutir estos problemas y a crear alianzas de trabajo informales para
abordarlos. La primera de estas iniciativas se dio a conocer como el Grupo de Países
Afines (LMG) y aglutinaba a unos quince gobiernos de países en desarrollo.
Dependiendo del asunto en cuestión, el LMG contó entre sus filas –en diferentes
momentos– a países como las Filipinas, India, Indonesia, Malasia, Pakistán y Sri Lanka
en Asia; Cuba, Jamaica y la República Dominicana en el Caribe; y Egipto, Kenya,
Mauricio, Tanzania, Uganda y Zimbabwe en África.
Creciente oposición desde fuera… y resistencia desde dentro
El espectacular fracaso de la tercera Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle
(Estados Unidos), en diciembre de 1999, reflejó el impacto de la presencia y el papel sin
precedentes de fuerzas sociales internacionales que se oponían a las normas y a los propios
fines de la OMC. Dentro de los procesos de negociación de la OMC, algunos de los
gobiernos miembro más activos, como los integrantes del LMG, optaron por posturas
de resistencia. El creciente disentimiento quedó incluso reflejado en la posición común
–expresada en términos diplomáticos pero de gran significación política– adoptada por
el Grupo de África en contra de los procedimientos excluyentes de la OMC
El equilibrio mundial de poder económico, político y militar, y las distorsiones y los
peligros fundamentales que plantea el actual dominio del mundo por parte de uno o
dos países abrumadoramente poderosos, los EE.UU. y la Unión Europea, exigen nuevas
alianzas internacionales de oposición de los países del Sur. Sin embargo, éstas deben
aprender de las lecciones del pasado y trascender los métodos históricos establecidos e
incluso las recientes redes de alianzas tácticas coincidentes que han ido surgiendo dentro
de la dinámica de la OMC. Es en este contexto en el que se fue tomando conciencia
–para la indignación de muchos– del carácter antidemocrático, opaco y excluyente
del modus operandi de la OMC que los grandes habían creado y manipulado a su
medida. Esta alianza ya está creada y está activa al margen
de la OMC, aunque estos tres países sean también los principales protagonistas y
aliados del G-20 en dicho organismo.
Este grupo surgió como el ‘Diálogo India-Brasil-Sudáfrica’. Sudáfrica alentó una serie
de relaciones bilaterales entre estos tres países mediante ciertas iniciativas presentadas
en Pretoria a principios de 2000, tras el fiasco de la OMC en Seattle.
Una vez entendido esto, se pueden dedicar reflexiones y esfuerzos a desarrollar un foro
y un sistema multilaterales alternativos en lugar de defender con timidez un organismo
tan cuestionable como el actual. La cuestión fundamental es si la OMC se puede reformar
o transformar radicalmente, o si debe ser sustituida por completo
¿Tendrán los gobiernos de los países más grandes y/o más fuertes económicamente de
estos grupos regionales Sur-Sur la suficiente visión de futuro como para mirar más allá
del paradigma de comercio y crecimiento que predomina actualmente en todo el
mundo? ¿Conseguirán ir más allá de meros acuerdos comerciales ‘preferenciales’ [como
se ha comentado en el apartado 4] que también requieren de algo más que la simple
facilitación comercial para generar beneficios equitativos entre socios comerciales de
distintos tamaños y con niveles de desarrollo muy distintos?
«el nuevo impulso del Movimiento de los Países No Alineados»,87
como plataforma política de todos los países del Sur, en estos momentos se dan también:
• nuevas formas de alianzas económicas y políticas intergubernamentales entre los
países más grandes y fuertes del Sur, como se ha indicado en el caso de la alianza
entre India, Brasil y Sudáfrica (IBSA);
• nuevas formas de fuerza combinada y de posicionamiento colectivo por parte de un
grupo mucho más numeroso de países más pequeños y débiles económicamente del
Sur, como se manifiesta con el G-90 en la OMC e incluso con el grupo de los PMA
en la ONU;
• nuevas formas de cooperación política y económica entre países más pobres y más
ricos en función de opciones políticas/ideológicas compartidas, como sucede con
Bolivia, Cuba y Venezuela;
• nuevas formas de cooperación y coordinación entre esta gran diversidad de grupos
de países del Sur, tanto en sus distintos marcos de poder conjunto o colectivo como
en la ‘alianza de alianzas’ de la OMC;
• nuevas formas de poder no gubernamental, es decir, entre organizaciones populares
sociales/sectoriales y redes de todo el Sur, y trascendiendo la brecha entre Sur y
Norte.
Interviene uno de los tertulianos: la lectura de este libro me ha facilitado una información muy completa de las numerosas alianzas intergubernamentales del Sur-SUR. Cabrá destacar el IBSA, integrado por India, Brasil y Sudáfrica, que conectando con China, le quitaría prepotencia a EU y a la UE.
Le interrumpe otro contertulio: Todas estas iniciativas Sur-Sur podrían sentar las bases para una repartición del poder a escala internacional más justa y equitativa. Asimismo, podrían establecer los cimientos de un desafío a la economía neoliberal, que ha mantenido la hegemonía hasta hace poco, y de una mayor receptividad de los gobiernos del Sur ante las estrategias de desarrollo centradas en las personas.
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Puente en San sebastián