This entry was posted on viernes, abril 22nd, 2011 at 20:11 and is filed under Etnopaisaje. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.
La clase obrera en la era de las multinacionales
……………………………….
La clase obrera en la era de las
empresas transnacionales
La clase obrera en la era de las multinacionales
Primera edición en español:
Febrero de 2011
Autor:
Peter Mertens
Vamos a la tertulia del University College
Interviene el moderador: Estamos leyendo el libro de Peter Mertens, y en él hace un pormenorizado análisis de la evolución del clase obrera en los últimos años, con la aparición de las empresas internacionales. Para él la clase obrera no ha mejorado, se ha sustituido la silicosis por el stress
Vamos a citar algunos de los párrafos del libro a modo de resumen
1. El papel de la clase obrera,
2. La tarea del partido revolucionario,
3. La definición del imperialismo,
4. El papel de las elecciones y del trabajo parlamentario.
Estos cuatro temas también constituyen los capítulos de esta obra. En el primer
capítulo describimos cómo, a principios del siglo 21, las grandes empresas
transnacionales (ETN) dominan sus sectores a escala mundial. En todos los continentes,
decenas de miles de brazos y cerebros están trabajando para los mismos
patronos. De este modo, la contradicción entre trabajo y capital, lejos de haber desaparecido,
se ha vuelto, por el contrario, planetaria. La revolución tecnológica ha
exacerbado este antagonismo. No son las aspiraciones y necesidades humanas
las que cuentan. Mediante patentes, licencias, derechos de autor, etc… nuevas
evoluciones científicas se van introduciendo en la carrera de la maximización del
beneficio.
El desarrollo
tecnológico hace que menos gente produzca cada vez más. Unos se matan trabajando,
los demás son condenados al ocio obligatorio, al desempleo. Además,
subcontratas, empresas de trabajo temporal y autónomos cumplen las numerosas
tareas que se les delegan. En las estadísticas, estos empleos desaparecen de la
industria y forman parte del sector servicios. En realidad, estos puestos de trabajo
no desaparecen de la producción industrial. Desaparecen sobre todo de la fuerza
colectiva y la protección social de los grandes sectores.
En Francia, en los últimos veinte años, 1,5 millones de empleos desaparecieron de la (gran) industria. Al
mismo tiempo, se crearon 1,9 millones de nuevos empleos en el sector de los servicios
vinculados a la industria
En el tercer capítulo, insistiremos en el hecho de que el 80% de las 1000 principales
ETN (Empresas Transnacionales) mundiales tienen su sede en Estados
Unidos, en la Unión europea o en Japón. Al igual que el boxeador necesita sus
puños, cada una de esas ETN necesita un aparato estatal potente para garantizar
sus intereses. El poder estatal de los tres grandes bloques no desaparece sino
que, al contrario, se sigue incrementando.
En el capítulo final, nos detendremos en la «política entre bastidores» que rodea
los parlamentos. En el Barrio Europeo de Bruselas[1], cada día, 10.500 lobbistas[2]
profesionales de empresas están trabajando para hacer más maleables a los 732
parlamentarios europeos
A inicios del siglo 20, los diferentes sectores están dominados, en cada país, por
los grandes monopolios[1] capitalistas. Hay que conseguir beneficios extraordinarios
para mantenerse y acrecentar la producción en un clima de competencia desenfrenada
entre grandes empresas del mismo sector. El número de trabajadores
no deja de aumentar, mientras los patronos son cada vez menos numerosos. Así
es como en Alemania, en 1920, había cerca de 200.000 especialistas en siderurgia
de la Vereinigte Stahlwerke trabajando para un único patrón, el barón del acero
Fritz Thyssen
Hoy en día, o sea, un siglo más tarde, los monopolios capitalistas ya no dominan
los sectores a escala nacional sino a escala mundial. Durante el último decenio,
las numerosas fusiones y compras en masa de empresas del Estado han desembocado
en una gigantesca concentración. En otros términos, los sectores de la
economía mundial están, cada vez más, bajo el control de unas pocas empresas
transnacionales (ETN). Nunca antes tantas personas trabajaron en la fabricación
de un mismo producto, se trate de un automóvil, de un avión o de un producto
derivado del petróleo.
Las veinte ETN más grandes emplean cada una de doscientas
cincuenta mil a medio millón de personas (véase tabla 1). Y eso, sin tener
en cuenta los subcontratistas. Una empresa como General Motors emplea en
la producción automovilística, subcontratistas incluidos, a 626.000 trabajadores
Hoy en día, este envoltorio está constituido por algunos miles de familias (¡no
más!), los propietarios privados de las mil empresas transnacionales más grandes
que, mediante estas mil empresas, controlan prácticamente toda la producción
mundial. Estas familias controlan también, directa o indirectamente, el trabajo de
cerca de mil millones de personas que venden su fuerza de trabajo y de las familias
que dependen de ellas. Controlan además la tecnología, la comunicación, el
transporte y la organización que son su propiedad privada. Controlan todo esto,
no en beneficio del desarrollo social o del progreso social, sino para maximizar
sus propios beneficios. De esta manera, la propiedad privada de los medios de
producción (empresas, tierras, medios de comunicación y de transporte) se ha
convertido en el principal obstáculo al progreso social de la humanidad
En el capitalismo encontramos, grosso modo, a tres clases que
se escinden en varias capas. La clase propietaria, que posee las empresas, los
bienes raíces, las máquinas y la tecnología (patentes), posee también los (grandes)
medios de producción. Se adueña de los bienes producidos. La clase media que
es la clase de los pequeños propietarios y de los pequeños productores independientes[
4]14. Y la clase obrera que es la clase sin medios de producción. Sólo
dispone de su fuerza y de su capacidad de trabajo, las que pone a la venta
Con su trabajo el trabajador fabrica productos: a partir del silicio, fabrica chips para
ordenadores, a partir del acero, fabrica navíos, a partir del aluminio, construye bicicletas,
a partir de la madera, elabora muebles… El valor creado de esos productos
es superior al salario. La diferencia, es lo que se llama la «plusvalía» y le pertenece
en su totalidad al capitalista
obreros de la industria,
del sector servicios
y de la tecnología
Según Negri y Hardt, puesto que «la composición del proletariado ya no es la misma,
conviene revisar su definición». «A menudo se concedía a la clase obrera un
papel preeminente (…) tanto en los análisis económicos como en los movimientos
políticos. Hoy en día esta clase obrera casi ha desaparecido del panorama. No ha
dejado de existir, pero la han desalojado de su posición privilegiada en la economía
capitalista y de su posición hegemónica en la composición de la clase proletaria.
»23 Y, añaden los dos autores, «se podría calificar el paso de la dominación de
la industria a la de los servicios, un proceso de post modernización económica, o
mejor dicho, de informatización».
«A finales del siglo 20, la mano de obra industrial perdió su posición hegemónica y
emergió en su lugar una ‘mano de obra inmaterial’, es decir una mano de obra que
crea productos inmateriales, como el saber, la información, la comunicación, las
relaciones o las reacciones emocionales», declararon Negri y Hardt. «Pensamos
que en términos cualitativos, ahora es ésta mano de obra inmaterial la que ocupa
una posición hegemónica.
El aumento de la productividad es la primera causa de desaparición de los empleos
en la industria. No tiene nada que ver con la «desindustrialización». Por el
contrario, se produce más, pero cada vez con menos personas. El hecho de «rechazar
» tanta fuerza de trabajo, «de abandonar sin escrúpulo» un potencial humano
tan grande, es un precepto perverso propio del capitalismo.
Las 300 ETN (Empresas Transnacionales ) más grandes controlan por lo menos
una cuarta parte de la producción mundial, pero proporcionan menos del 1% del
trabajo42.
En segundo lugar, a causa de la «subcontratación» los trabajadores se ven forzados
a ofrecer su fuerza de trabajo a subcontratistas, agencias de trabajo temporal,
sociedades IT, etc., a cambio de un salario inferior. Al mismo tiempo se constata
que una parte de la protección social desaparece. En efecto, los derechos sindicales
son prácticamente inexistentes en la mayoría de las empresas de subcontratación
y de las agencias de trabajo temporal. La subcontratación es un ataque
contra la fuerza colectiva de los trabajadores como clase.
La
intensificación de la competencia y las exigencias de rentabilidad invirtieron esta
tendencia y condujeron a las grandes empresas a volver a centrarse en el corazón
de sus actividades. Con esta lógica externalizaron varias funciones: limpieza de
los locales, transportes, restauración colectiva, alquiler de espacios de oficina,
contabilidad, diseño.
Un tercer factor responsable de la desaparición del empleo en «la industria», – y es
importante destacar que sólo se encuentra en tercera posición –, es la deslocalización.
Este traslado global de capacidad productiva no es sinónimo de desindustrialización.
Sin embargo, el traspaso de la industria de un continente hacia otro
es notorio. Concierne sobre todo al sector textil, la ropa y el calzado, así como a
ciertos sectores de la industria de alta tecnología (electrónica, semiconductores
Nadie puede negar que, en estos últimos diez años, las condiciones de trabajo se
han deteriorado. Mientras existió el socialismo en Europa del Este, con seguridad
social, gratuidad de la salud y la enseñanza, infraestructura cultural, transportes
públicos, pleno empleo, etc., el capitalismo en Occidente no tenía otro remedio
que otorgar concesiones al movimiento obrero. Desde que la contrarrevolución
de terciopelo hizo besar la lona al socialismo, el capital se ha vuelto más audaz.
Se vuelven a convertir las fábricas en cuarteles. El estrés ha reemplazado a la
silicosis. Los empleos fijos han sido sustituidos por empleos de media jornada y
empleos temporales, los empleos bien remunerados por empleos basura y fuera
de los convenios colectivos.
Interviene uno de los interlocutores: bueno yo me he enterado de muchas cosas,nos habla Peter Mertens,que la desindustrialización de Europa, no es para tanto, las grandes empresas ,están acudiendo a las subcontratas y con eso reducen su plantilla. El aumento de la productividad es la primera causa deesaparición de los empleos en la industria. No tiene nada que ver con la «desindustrialización». Por el contrario, se produce más, pero cada vez con menos personas
Le interrumpe otro interlocutor: si has leído bien las subcontratas no son nada buenas para la clase obrera, cobran inferiores salarios y están socialmente más desprotegidos .
…………………………
…………………..
Astragalus lusitanicus FLora of the Sierra de Aracena.Spain
………..