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La decadencia de Estados Unidos
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La decadencia de Estados Unidos
Vamos a la tertulia del University College
Pablo A. Pozzi, en sus libros sobre la decadencia de Estados Unidos y “La clase obrera norteamericana en la era post Reagan, nos descubre una situación de este país un tanto novedosa, destacando las grandes diferencias sociales y las diferencias abismales en los salarios, que se han agudizado en las últimas décadas con la introducción del neoliberalismo; así un gerente puede ganar 691veces más que el salario promedio de un obrero. Por otro lado, denuncia la falta democracia real en EE UU, dado que los dos partidos que compiten son más de lo mismo y no hay una verdadera alternativa a los grupos de poder que maneja el capitalismo. Recogemos algunas de sus frases en el libro para nuestro análisis en la tertulia.
Hace ya quince años señalamos que se estaba consolidando un Estados Unidos conformado por tres sociedades claramente diferenciadas, y tan segregadas una de la otra como si existiera un apartheid socio-económico. Esto ya ha ocurrido. En un extremo existen los suntuosos suburbios y ricos vecindarios ocupados por los sectores medios y los trabajadores especializados bien pagos. Para estos sectores los neocon (neoconservadores) han preservado la apariencia de tolerancia, movilidad social y libertad cultural a través de un elevado nivel de consumo y del aislamiento de los otros círculos sociales.
Fuera de este nivel existen los guetos y barrios obreros, que incluyen a sectores medios pauperizados y gran parte de la clase obrera blanca afectada por los bajos salarios y la inestabilidad laboral. Estos sectores tienen nominalmente derechos «ciudadanos» y por ende algún tipo de protección, si bien mínima, dentro del sistema. Su esperanza de movilidad social, mayores niveles de consumo y participación política serán cada vez menores.
Pero además de este nivel, en la década de 1990 se conformó un tercer nivel que puede incluir entre un diez y un veinte por ciento de la población de Estados Unidos. Son las vastas cantidades de trabajadores extranjeros que no poseen ningún derecho legal y además se ven sujetos a la discriminación racial, la persecución policial y la miseria económica.
En la actualidad, liberales y conservadores norteamericanos detentan posiciones muy similares. Ambos sustentan una ideología que reivindica la libertad del mercado, y también defienden aquellas partes del estado de bienestar que no afectan a la cuestión social.
Lo que ha surgido es un capitalismo que, si bien parece estar lejos de derrumbarse (sobre todo por la falta de alternativas concretas en el horizonte cercano), será cada vez más inestable, conflictivo, salvaje y oligárquico.
Ni Obama ni Hillary eran tan distintos de Bush, ni estas elecciones representaban una ruptura y un retorno a la “tradición democrática”.
Buena parte de los analistas e historiadores, durante las últimas dos décadas, han considerado que en lo económico Estados Unidos ha sido no sólo saludable sino básicamente exitoso. Así, la gran mayoría estaba de acuerdo cuando, el 8 de junio de 2007, el grupo de los ocho países más ricos (G8) declaró que “la economía mundial está en buenas condiciones y su crecimiento se encuentra distribuido de forma más equilibrada a través de las regiones”. Y agregó que habría “un suave reajuste de los desequilibrios globales que debería ocurrir en un contexto de un crecimiento económico sostenido y robusto”. Dos meses más tarde los principios de un terremoto financiero sacudieron al mundo cuando se reveló la crisis de las hipotecas sub-prime en Estados Unidos.
El poder norteamericano era omnímodo en 1992, más por la debilidad de las otras potencias que por virtudes propias. En cambio, en 2008 sus problemas económicos, sus fracasos militares (sobre todo en Irak), el estancamiento de la propuesta del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), sus dificultades con sus aliados de la OTAN, más la emergencia de competidores nuevos (China y la India) o la reaparición de algunos viejos como Japón y Rusia, implicaban claros límites a este poder.
Desde hace dos décadas la economía mundial se estremece con recurrentes crisis económicas. Las políticas que generaron esto, iniciadas con Reagan, han sido denominadas indistintamente neoliberales o neoconservadoras (también llamadas reaganianas o neocon).
La política neocon iniciada por Reagan también inauguró una era de capitalismo salvaje no vista desde la concentración económica de fines del siglo XIX que dio pie al surgimiento del imperialismo y los partidos políticos mayoritarios no producen alternativas diferenciadas. Al no tener una propuesta diferente para el país, su objetivo se convierte en generar y mantener consenso para la política y los objetivos de la clase dominante. Lo notable es que muchos analistas aceptan la visión de Estados Unidos como una sociedad pluralista. Estos «pluralistas» consideran al proceso político norteamericano como una intensa competencia, negociación y compromiso entre numerosos grupos de interés que se disputan los beneficios distribuidos por el sistema político
Según los politólogos Dye y Zeigler, en Estados Unidos «todas las organizaciones tienden a estar gobernadas por una pequeña minoría […] cuyas características tienden a ser similares en todos los grupos hasta tal punto que constituyen una elite socio-política norteamericana.
La contrapartida de lo anterior es el hecho que los numerosos sectores marginados de toda participación política revelan la inexistencia de una sociedad pluralista para descubrir la existencia de una verdadera hegemonía por parte de la burguesía norteamericana.
Durante las últimas décadas esta marginación ha ido creciendo hasta poner en crisis la legitimidad del sistema político
Hoy los mercados financieros librados a su auto regulación se comportan “como manadas de búfalos, enceguecidos a veces por un optimismo desmesurado y a veces por el pesimismo y la desconfianza. En ese marco, el exceso de liquidez que se transforma en capital golondrina especulativo no se encuentra, precisamente, en manos de la gente. Esta masa de capitales, concentrados en relativamente pocas manos, se ha creado por procesos especulativos generados desde negocios tan limpios como el aumento de la productividad junto a una baja sustancial de los costos de producción a nivel global, como negocios tan sucios como el narcotráfico el tráfico de armas
La consecuencia del proceso económico a partir de la liberalización y desregulación iniciado por Ronald Reagan llevó a la ultra-especialización internacional para bienes y servicios y en la necesidad objetiva del capitalismo desarrollado de generar mecanismos de baja de costos, gracias a lo cual se trasladan las diferentes producciones básicas a lugares en donde se paguen los salarios más bajos, la protección social y laboral sea la menor y la posibilidad de entrar y salir de ese mercado sea absolutamente abierta.
Como primera consecuencia de los estas medidas se puede observar el incremento del número de pobres
Más grave aún es el hecho de que mientras el salario real de los trabajadores continuó su retracción, los salarios de los altos ejecutivos de las empresas se incrementaron fuertemente. La década de 1970 encontró una relación de 41 veces. Esto es, el salario del gerente representaba 41 sueldos promedios de obreros. Esta disparidad comenzó a distanciarse claramente a partir de la década de 1980. En la década de 1990 y principios del 2.000 se llegó a una diferencia monumental: el gerente ganaba en este último año aproximadamente 691 salarios de obreros.
El capitalismo norteamericano está viviendo hoy una prolongada crisis económica, distinta a todas las anteriores y más difícil de resolver. Por todas partes nos rodean manifestaciones de la crisis. El desempleo crónico, la marginación social, la especulación económica, la falta de canales políticos de expresión y la intervención internacional cada vez más salvaje …
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Antirrhinum hispanicum Flora of the Spain
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