Flora Cantábrica

Matias Mayor

Archivo del enero, 2022

María Faustina Kowalska.12.Español.31,1,22

31 enero, 2022 Autor: admin

 

 

María Faustina Kowalska

 

 

”Mi misión no termina con mi muerte”

 

Durante la vida de Sor Faustina su profética misión fue mantenida en un secreto riguroso. Sabían de ella solamente el padre Miguel Sopoćko, el padre José Andrasz y algunas superioras. Después de la muerte de Sor Faustina, durante la II Guerra Mundial, su confesor de Vilna dio a conocer el nombre de la iniciadora del culto a la Divina Misericordia que estaba propagándose rápidamente. En la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia siguió su ejemplo la superiora general, la madre Micaela Moraczewska que yendo de casa en casa habló de la gran designación y de la misión que Dios encomendó a Sor Faustina. Lo que más me llamaba la atención en Sor Faustina – escribió después de su muerte – y hoy, con la distancia, sigue llamándo, como un síntoma extraordinario, fue que especialmente en los últimos meses de su enfermedad, se olvidó por completo de sí misma en favor de propagar el culto a la Divina Misericordia. No manifestó ni siquiera la menor duda respecto a la veracidad de su misión ni el temor a la muerte, absorta toda por la idea principal de su vida: el culto a la Divina Misericordia.

 

Los años de la cruel guerra favorecieron la propagación del culto a la Divina Misericordia que aportaba luz y esperanza a la vida de la gente. Junto con este culto iba creciendo la fama de santidad de la vida de Sor Faustina. A su tumba de Łagiewniki empezaron a llegar peregrinos y pedir por su intercesión las gracias deseadas.En la capilla del convento, el padre José Andrasz bendijo la imagen de Jesús Misericordioso, pintado según la visión de Sor Faustina y dio inicio a solemnes oficios en honor a la Divina Misericordia a los cuales acudía una muchedumbre de habitantes de Cracovia y de las cercanías. Para orar delante de esta imagen venía también un joven trabajador del vecino Solvay, Karol Wojtyła que ya en aquel tiempo conocía el culto a la Divina Misericordia en las formas transmitidas por Sor Faustina. Al hacerse sacerdote, celebraba en esta capilla solemnes oficios en honor a la Divina Misericordia cada tercer domingo del mes.

 

Siendo Obispo de Cracovia, en 1965 inició el proceso diocesano encaminado a elevar a Sor Faustina a los altares. Por su parte fue un acto de gran coraje, ya que desde 1959 era vigente la notificación de la Sede Apostólica que prohibía propagar el culto a la Divina Misericordia en las formas transmitidas por Sor Faustina. La notificación se debió a las malas traducciones de su diario y a la práctica de este culto a veces incorrecta. En tiempos del comunismo el contacto  con la Sede Apostólica era difícil y no fue posible rechazar la acusación formulada por la Sede Apostólica respecto a los escritos de Sor Faustina. Sin embargo, aquel tiempo, dicho sea de paso anunciado por Sor Faustina, fue aprovechado para examinar teológica- mente a fondo los escritos de la Apóstol de la Divina Misericordia y para poner los debidos fundamentos en la práctica de este culto. El cardenal Karol Wojtyła, asegurado de que tal situación no impedía comenzar el proceso, lo realizó sin demora y envió las actas del proceso a la Congregación romana que continuó verificando el heroísmo de las virtudes y posteriormente el milagro que junto a la tumba de Sor Faustina experimentó la señora Maureen Digan de los Estados Unidos.

 

En la Fiesta de la Misericordia, el 18 de abril de 1993, el Santo Padre Juan Pablo II elevó a Sor Faustina a la gloria de los altares. Durante la homilía en la Plaza de San Pedro de Roma se refirió a sus palabras: Siento muy bien que mi misión no termina con mi muerte, al contrario, apenas empieza (Diario 281)- e hizo constar: Y así realmente ha sucedido. La misión de Sor Faustina continúa y está dando frutos sorprendentes. ¡Es realmente maravilloso el modo en que su devoción a Jesús Misericordioso se abre camino en el mundo contemporáneo y conquista tantos corazones humanos! Esto es sin duda un signo de nuestro siglo XX. El balance de este siglo que termina, presenta además de las conquistas, que a menudo han superado las de las épocas anteriores, una inquietud profunda respecto al futuro. ¿Dónde, por lo tanto, sino en la Divina Misericordia, el mundo puede encontrar el refugio y la luz de la esperanza? Las personas creyentes lo presienten perfectamente.

 

Después de aceptar la Sede Apostólica el segundo milagrola sanación de una enfermedad incurable de corazón del padre Ronald Pytel de Baltimore – el Santo Padre Juan Pablo II incluyó a Sor Faustina en el círculo de los santos de la Iglesia Católica. La canonización tuvo lugar el día de la Fiesta de la Divina Misericordia, el 30 de abril de 2000, en la Plaza de San Pedro en Roma, con la participación de numerosos obispos, presbíteros, hermanas religiosas y peregrinos del mundo entero reunidos en un gran número. Gracias a la transmisión directa de televisión, en la misma solemnidad participaron eclesiásticos y peregrinos congregados en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Łagiewniki. Varias decenas de años antes, Sor Faustina describió esta solemnidad de este modo: De inmediato me vi en Roma, en la capilla del Santo Padre, pero a la vez estaba en nuestra capilla, y la solemnidad del Santo Padre y de toda la Iglesia estaba estrechamente unida a nuestra capilla, y de manera especial a nuestra Congregación; y participé al mismo tiempo en la solemnidad de Roma y la de aquí. La capilla estaba adornada solemnemente y aquel día podían entrar en ella todos, cualquiera que quisiera. Hubo tanto gentío que yo no lograba abarcarlo con la vista. Todos participaban en esa solemnidad con gran alegría y muchos recibieron lo que habían deseado. La misma solemnidad tenía lugar en Roma, en un bello templo y el Santo Padre con todo el clero celebraba esta solemnidad. Y de repente vi a San Pedro que se puso entre el altar y el Santo Padre. ¿Qué decía San Pedro? No pude escucharlo, pero vi que el Santo Padre comprendía sus palabras… (Diario 1044).

 

Durante esa solemnidad que se celebraba en el Año del Jubileo, el Santo Padre Juan Pablo II instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia para toda la Iglesia y transmitió al mundo el profético mensaje de la Misericordia para el tercer milenio de la fe. Lo transmito a todos los hombres – dijo – para que aprendan a conocer cada vez mejor el verdadero rostro de Dios y el verdadero rostro de los hermanos. Dos años después, por segunda vez como papa, peregrinó al Santuario de Łagiewniki, a la nueva basílica por él consagrada para encomendar al mundo a la Divina Misericordia. Dijo entonces que deseaba que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de Sor Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene sus corazones de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo entero. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir „la chispa que preparará al mundo para su última venida” (cfr. Diario 1732). Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz y el hombre, la felicidad.

 

Hoy, probablemente no hay ningún país sin la imagen de Jesús  Misericordioso. La Fiesta de la Misericordia figura en el calendario litúrgico de toda la Iglesia, la Coronilla a la Divina Misericordia es rezada incluso en dialectos africanos y la oración en la hora de la agonía de Jesús en la cruz, la llamada Hora de la Misericordia se está haciendo cada vez más popular. Nacido de la experiencia mística y del carisma de Sor Faustina, el Movimiento Apostólico de la Divina Misericordia, es decir „la congregación” que Jesús le encomendó fundar, abarca diferentes congregaciones, sociedades, hermandades, apostolados y a las personas que emprenden su misión individualmente. Trae al mundo el mensaje de la Misericordia a través del testimonio de vida, la obra, la palabra y la oración. La Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia ha adoptado plenamente la profética misión de Sor Faustina y el 25 de agosto de 1995 la consideró como su fundadora espiritual. Los teólogos inspirados por Sor Faustina sondean el misterio de la misericordia de Dios, los apóstoles de la Divina Misericordia aprenden en su escuela la actitud de confianza ante Dios y de misericordia ante el prójimo, el amor a la Eucaristía y la Iglesia, y también la auténtica devoción a la Madre de Dios de la Misericordia. En Polonia como en el mundo se están fundando numerosas iglesias bajo la advocación de la Divina Misericordia, de Jesús Misericordioso y de Santa Sor Faustina. Como hongos después de la lluvia han crecido nuevos santuarios de la Divina Misericordia donde, de modo particular, se está proclamando la verdad sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona. Realmente, la misión de Sor Faustina no ha terminado con su muerte, sino que continúa y está dando frutos sorprendentes.

 

Del libro de la hna. Elżbieta Siepak ISMM,
titulado „El don de Dios a nuestro tiempo”

 

 

 

Páginas