Flora Cantábrica

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Balasar: el milagro de la cruz de tierra

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Cuentan las crónicas que el día del Corpus de 1832, cuando los fieles de Balasar se dirigían a la iglesia de Santa Eulalia para oír misa, observaron sorprendidos que, a escasos metros de la capilla, se apreciaba sobre el terreno la silueta de una cruz perfectamente trazada. Según los testimonios de la época, la porción de tierra en el interior de la formación era sensiblemente más clara que la que tenía a su alrededor, por lo cual la cruz, de 3 metros de largo y 1,6 en su sección horizontal, estaba delimitada con total nitidez

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El entonces párroco de Balasar, António José de Azevedo, escribió lo siguiente en un documento que aún se conserva en la archidiócesis de Braga: «La tierra que mostraba esta cruz era de color más blanco que la otra y parecía que habiendo caído rocío en toda la tierra, en aquel sitio con forma de cruz no había caído rocío alguno».

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En el relato del sacerdote se califica el hallazgo de los lugareños como «caso raro» y en el mismo asegura que realizó algunas pruebas para intentar borrar –sin éxito– la extraña formación. «Mandé barrer todo el polvo y la tierra suelta que estaba en aquel lugar –explica De Azevedo–, y continuó apareciendo en el mismo sitio con forma de cruz». Además describe en su misiva al arzobispado de Braga cómo se alteró la tonalidad original de la tierra en el interior de la figura mediante un sencillo experimento: «Mandé luego echar agua en abundancia, tanto en la cruz como en la tierra de alrededor, y entonces la tierra que presentaba forma de cruz apareció de color negro, que hasta el momento se ha conservado».

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Tras posteriores observaciones, el párroco notificó a sus superiores cómo «en los días oscuros se divisa con claridad la forma de la cruz a cualquier hora del día; y en los de sol claro se ve muy de mañana, hasta las 9 horas; y, de tarde, cuando el sol se esconde hacia el occidente, y también en lo más alto del día, no es bien visible».

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… Al parecer, y como mencionó también De Azevedo, la aparición de Balasar provocó una reactivación de la fe entre los lugareños, que no dudaban de la naturaleza milagrosa del fenómeno. «Una vez divulgada la noticia de la existencia de esta cruz, comenzó a concurrir el pueblo a venerarla. La adornaban con flores y le dejaban algunas limosnas», escribió el sacerdote.

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Las dádivas que aportaron los aldeanos permitieron la construcción de una humilde capilla en cuyo interior permanece la cruz. Hecha de ladrillo y con aspecto austero, se terminó de erigir aquel mismo año de 1832, previa autorización de las autoridades eclesiásticas portuguesas. La devoción por la cruz de tierra, que arrastró a centenares de peregrinos hasta aquella pequeña localidad, se mantuvo durante algunos años y, ante la demanda popular, se creó una cofradía que tenía como finalidad promover la festividad de la Santa Cruz de Balasar. …….

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Sin embargo, el fervor religioso fue decreciendo poco a poco, y la estructura cruciforme, supuestamente milagrosa, comenzó a caer en el olvido. Hoy permanece en la misma capilla, cubierta por una urna de cristal que, en todo caso, hace difícil comprobar aquellas diferencias de pigmentación que tanto dieron que hablar en su día. Pero la fe cristiana en torno a Balasar tuvo y tiene otros referentes destacables.

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