Archivo del 14 mayo, 2016
Frases del día 14, 5. 16
14 mayo, 2016 Autor: admin……………… ,,,,,,,,,,,,,,
- Palabras de Lucia de FÁTIMA
……….. www.corazones.org/maria/fatima/memorias_de_lucia.pdf …………… …….. . El trece de mayo Día 13 de mayo de 1917. – Estando jugando con Jacinta y Francisco encima de la pendiente de Cova de Iría, haciendo una pared alrededor de una mata, vimos, de repente, como un relámpago. – Es mejor irnos ahora para casa –dije a mis primos–, hay relámpagos; puede venir tormenta. – Pues sí. Y comenzamos a descender la ladera, llevando las ovejas en dirección del camino. Al llegar poco más o menos a la mitad de la ladera, muy cerca de una encina grande que allí había, vimos otro relámpago; y, dados algunos pasos más adelante, vimos sobre una carrasca una Señora, vestida toda de blanco, más brillante que el sol, irradiando una luz más clara e intensa que un vaso de cristal, lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Nos detuvimos sorprendidos por la aparición. Estábamos tan cerca que nos quedábamos dentro de la luz que la cercaba, o que Ella irradiaba. Tal vez a metro y medio de distancia más o menos. Entonces Nuestra Señora nos dijo: – No tengáis miedo. No os voy a hacer daño. 173 – ¿De dónde es Vd.? – le pregunté. – Soy del Cielo. – ¿Y qué es lo que Vd. quiere? – Vengo a pediros que vengáis aquí seis meses seguidos, el día 13 a esta misma hora. Después os diré quién soy y lo que quiero. Después volveré aquí aún una séptima vez (12). – Y yo, ¿también voy al Cielo? – Sí, vas. – Y, ¿Jacinta? – También. – Y ¿Francisco? – También; pero tiene que rezar muchos Rosarios. Entonces me acordé de preguntar por dos muchachas que habían muerto hacía poco. Eran amigas mías e iban a mi casa a aprender a tejer con mi hermana mayor. – ¿María de las Nieves ya está en el Cielo? – Sí, está. (Me parece que debía de tener unos dieciséis años). – Y, ¿Amelia? – Estará en el Purgatorio hasta el fin del mundo (13). Me parece que debía de tener de dieciocho a veinte años). –¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que El quisiera enviaros, en acto de desagravio por los pecados con que es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores? – Sí, queremos. – Tendréis, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestra fortaleza. Fue al pronunciar estas últimas palabras (la gracia de Dios, etc…) cuando abrió por primera vez las manos comunicándonos una luz tan intensa como un reflejo que de ellas se irradiaba, que nos penetraba en el pecho y en lo más íntimo del alma, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios que era esa luz, más claramente que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por un (12) Esta «séptima vez» ya aconteció la mañanita del día 16 de junio de 1921, cuando Lucía se despedía de la Cova de Iría. Se trataba de una aparición particular y personal. (13) Puede significar: «Por mucho tiempo». 174 impulso íntimo, también comunicado, caímos de rodillas y repetíamos íntimamente: «Oh Santísima Trinidad, yo Os adoro. Dios mío, Dios mío, yo Os amo en el Santísimo Sacramento». Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora añadió: – Rezad el Rosario todos los días, para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra. En seguida comenzó a elevarse suavemente, subiendo en dirección al naciente, hasta desaparecer en la inmensidad de la lejanía. La luz que la rodeaba iba como abriendo camino en la bóveda de los astros, motivo por el cual alguna vez dijimos que habíamos visto abrirse el Cielo. Me parece que ya expuse en lo escrito sobre Jacinta o en una carta, que el miedo que sentíamos, no fue propiamente de Nuestra Señora, sino de la tormenta que supusimos iba a venir, y de la cual queríamos huir. Las apariciones de Nuestra Señora no infunden miedo o temor, pero si sorpresa. Cuando preguntaban si habíamos sentido miedo, y decía que sí, me refería al miedo que habíamos tenido de los relámpagos y del trueno que suponía vendría próximo; y de eso fue de lo que queríamos huir, pues estábamos habituados a ver relámpagos sólo cuando tronaba. Los relámpagos tampoco eran propiamente relámpagos, sino el reflejo de una luz que se aproximaba. Por ver esta luz es por lo que decíamos a veces que veíamos venir a Nuestra Señora; pero a Nuestra Señora propiamente sólo la distinguíamos en esa luz cuando estaba ya sobre la encina. El no sabernos explicar o el querer evitar preguntas fue lo que dio lugar a que algunas veces decíamos que la veíamos venir; otras que no. Cuando decíamos que sí, que la veíamos venir, nos referíamos a que veíamos aproximarse esa luz que al final era Ella. Y cuando decíamos que no la veíamos venir, nos referíamos a que Nuestra Señora sólo la veíamos propiamente cuando estaba ya sobre la encina.
- El trece de junio
Día 13 de junio de 1917. – Después de rezar el Rosario con Jacinta y Francisco y algunas personas que estaban presentes, vimos de nuevo el reflejo de la luz que se acercaba (y que llamábamos relámpago), y en seguida a Nuestra Señora sobre la encina, todo lo mismo que en Mayo. 175 – ¿Qué quiere Usted de mí? – pregunté. – Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene; que recéis el Rosario todos los días y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero. Pedí la curación de un enfermo. – Si se convierte, se curará durante el año. – Quería pedirle que nos llevase al Cielo. – Sí; a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto. Pero tú quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón (14). –¿Me quedo aquí sola? – pregunté, con pena. – No, hija. ¿Y tú sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios. Fue en el momento en que dijo estas palabras, cuando abrió las manos y nos comunicó, por segunda vez, el reflejo de esa luz inmensa. En ella nos veíamos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba al Cielo y yo en la que esparcía sobre la tierra. Delante de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón, cercado de espinas, que parecían estar clavadas en él. Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la Humanidad, que pedía reparación. He aquí, Exmo. y Reverendísimo Sr. Obispo, a lo que nos referíamos cuando decíamos que Nuestra Señora nos había revelado un secreto en el mes de junio. Nuestra Señora no nos mandó aún, esta vez, guardar secreto; pero sentíamos que Dios nos movía a eso.
- El trece de julio
Día 13 de julio de 1917. – Momentos después de haber llegado a Cova de Iría, junto a la carrasca, entre una numerosa multitud del pueblo, estando rezando el Rosario, vimos el resplandor de la acostumbrada luz y, en seguida, a Nuestra Señora sobre la carrasca. (14) Aquí Lucia, tal vez por la prisa omite el final del párrafo, que en otros documentos dice: A quien la abrazare, le prometo la salvación; y estas almas serán amadas por Dios, como flores puestas por mi para adornar su trono. 176 – ¿Qué quiere Usted de mí? – pregunté. – Quiero que vengais aquí el día 13 del mes que viene; que continuéis rezando el Rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella lo puede conseguir. – Quería pedirle que nos dijera quién es Vd., que haga un milagro para que todos crean que Vd. se nos aparece. – Continuad viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quién soy, y lo que quiero y haré un milagro que todos han de ver para creer. Aquí hice algunas peticiones que no recuerdo bien cuáles fueron. Lo que sí recuerdo es que Nuestra Señora dijo que era preciso rezar el Rosario para alcanzar esas peticiones durante el año. Y continuó: – Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagais algun sacrificio: «Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en desagravio por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María». Al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las manos como en los meses pasados. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas de las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo cayendo por todos los lados, semejantes al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. (Debe de haber sido a la vista de esto cuando di aquel «¡Ay!», que dicen haberme oído). Los demonios distinguíanse por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones en brasa. Asustados, y como para pedir socorro, levantamos la vista hacia Nuestra Señora que nos dijo entre bondadosa y triste: – Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a 177 acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida (15), sabed que es la grande señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la Comunión reparadora de los primeros sábados (16). Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz (17). En Portugal se conservará siempre la doctrina de la Fe, etc. Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco, si podéis decírselo. Cuando recéis el Rosario, diréis, después de cada misterio: ¡Oh Jesus mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, principalmente las más necesitadas! Transcurrido un instante de silencio, pregunté: – Usted ¿no quiere de mí nada más? – No. Hoy no quiero nada más de ti. Y, como de costumbre, comenzó a elevarse en dirección al naciente, hasta desaparecer en la inmensa lejanía del firmamento.
- El trece de agosto
Dia 13 de agosto de 1917. – Como ya está dicho lo que pasó en ese mes, no me detengo en eso, y paso a la Aparición, a mi entender el día 15, al caer de la tarde. Como en aquella época aún no sabía contar los días del mes, puede ser que sea yo la que esté equivocada, pero tengo la idea de que fue el mismo día que llegamos de Vila Nova de Ourém. (15) Trátase de la aurora boreal que aconteció en la noche del 25-26 de enero de
- Cf. notas 9 y 20 de la Tercera Memoria.
(16) Véase el Apéndice Primero. (17) Véase el Apéndice Segundo. 178 Estando con las ovejas, en compañía de Francisco y de su hermano Juan, en un lugar llamado Valinhos, y sintiendo que alguna cosa sobrenatural se aproximaba y nos envolvía, sospechando que Nuestra Señora viniese a aparecérsenos, y dándome pena que Jacinta se quedase sin verla, pedimos a su hermano Juan que fuese a llamarla. Como no quería, le ofrecí veinte centavos, y allá se fue corriendo. Entretanto vi, con Francisco, el reflejo de la luz que llamábamos relámpago, y habiendo llegado Jacinta, un instante después, vimos a Nuestra Señora sobre una carrasca. – ¿Qué es lo que Vd. quiere de mí? – Quiero que sigáis yendo a Cova de Iría el día 13; que continuéis rezando el Rosario todos los días. El último mes haré un milagro para que todos crean. – ¿Qué es lo que Vd. quiere que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de Iría? – Que hagan dos andas: una, llévala tú con Jacinta y dos niñas más, vestidas de blanco; y otra, que la lleve Francisco y tres niños más. El dinero de las andas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario; lo que sobre es para ayudar a una capilla que deben hacer. – Quería pedirle la curación de algunos enfermos. – Sí; a algunos los curaré durante el año. Y tomando un aspecto más serio dijo: – Rezad, rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas al infierno, por no tener quien se sacrifique y pida por ellas. Y como de costumbre comenzó a elevarse en dirección al naciente.
- El trece de septiembre
Dia 13 de septiembre de 1917. – Al aproximarse la hora, fui allí con Jacinta y Francisco, entre numerosas personas que apenas nos dejaban andar. Los caminos estaban apiñados de gente. Todos nos querían ver y hablar. Allí no había respetos humanos. Numerosas personas, y hasta señoras y caballeros, consiguiendo romper por entre la multitud que alrededor nuestro se apiñaba, venían a postrarse de rodillas delante de nosotros, pidiéndonos que pre179 sentásemos a Nuestra Señora sus necesidades. Otros, no consiguiendo llegar hasta nosotros, clamaban desde lejos. –¡Por el amor de Dios! ¡Pidan a Nuestra Señora que me cure a mi hijo inválido! Otro: – ¡Que me cure el mío, que es ciego! Otro: – ¡El mío, que está sordo! – ¡Que me devuelva a mi marido…! – ¡…a mi hijo, que está en la guerra! – ¡Que convierta a un pecador! – ¡Que me dé la salud, que estoy tuberculoso! Etc., etc… Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad. Y algunos gritaban desde lo alto de las árboles y paredes, donde se subían con el fin de vernos pasar. Diciendo a unos que sí, y dando la mano a otros para ayudarles a levantarse del polvo de la tierra, ahí íbamos andando gracias a algunos caballeros que nos iban abriendo el paso por entre la multitud. Cuando ahora leo en el Nuevo Testamento esas escenas tan encantadoras del paso del Señor por Palestina, recuerdo éstas que, tan niña todavía el Señor me hizo presenciar en esos pobres caminos y carreteras de Aljustrel a Fátima y a Cova de Iría. Y doy gracias a Dios, ofreciéndole la fe de nuestro buen pueblo portugués. Y pienso: si esta gente se humilla así delante de tres pobres niños, sólo porque a ellos les es concedida misericordiosamente la gracia de hablar con la Madre de Dios, ¿qué no harían si viesen delante de si al propio Jesucristo? Bien, pero esto no pertenece aquí. Fue más bien una distracción de la pluma que se me escapó por donde yo no quería. ¡Paciencia! Una cosa más de sobra; pero no la quito, por no inutilizar el cuaderno. Llegamos, por fin, a Cova de Iría, junto a la carrasca, y comenzamos a rezar el rosario, con el pueblo. Poco después, vimos el reflejo de la luz y, seguidamente, a Nuestra Señora sobre la encina. – Continuad rezando el Rosario, para alcanzar el fin de la guerra. En octubre vendrá también Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen y S. José con el Niño Jesús para bende180 cir al mundo. Dios está contento con vuestros sacrificios pero no quiere que durmáis con la cuerda; llevadla sólo durante el día, – Me han solicitado para pedirle muchas cosas, la curación de algunos enfermos, de un sordomudo. – Sí, a algunos los curaré; a otros no. En octubre haré el milagro para que todos crean. Y comenzando a elevarse, desapareció como de costumbre.
- El trece de octubre
Día 13 de octubre de 1917. – Salimos de casa bastante temprano, contando con las demoras del camino. El pueblo estaba en masa. Caía una lluvia torrencial. Mi madre, temiendo que fuese el último día de mi vida, con el corazón partido por la incertidumbre de lo que iba a suceder, quiso acompañarme. Por el camino se sucedían las escenas del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el barro de los caminos impedía a esa gente arrodillarse en la actitud más humilde y suplicante. Llegados a Cova de Iria, junto a la carrasca, transportada por un movimiento interior, pedí al pueblo que cerrase los paraguas para rezar el Rosario. Poco después, vimos el reflejo de la luz y, seguidamente, a Nuestra Señora sobre la encina. – ¿Qué es lo que quiere Vd. de mí? – Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honra; que soy la Señora del Rosario; que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra va a acabar y los soldados volverán con brevedad a sus casas. – Tenía muchas cosas que pedirle: si curaba a algunos enfermos y si convertía a algunos pecadores; etc… – Unos, sí; a otros no. Es preciso que se enmienden; que pidan perdón por sus pecados. Y tomando un aspecto más triste: – No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido. Y, abriendo sus manos, las hizo reflejarse en el sol. Y, mientras se elevaba, continuaba el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol. He aquí, Exmo. Señor Obispo, el motivo por el cual exclamé que mirasen al sol. Mi fin no era llamar la atención de la gente hacia 181 él, pues ni siquiera me daba cuenta de su presencia. Lo hice sólo llevada por un movimiento interior que me impulsaba a ello. Desaparecida Nuestra Señora en la inmensa lejanía del firmamento, vimos al lado del sol, a S. José con el Niño y a Nuestra Señora vestida de blanco, con un manto azul. S. José con el Niño parecían bendecir al Mundo, con unos gestos que hacían con la mano en forma de cruz. Poco después desvanecida esta aparición, vimos a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, que me daba idea de ser Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor parecía bendecir el Mundo de la misma forma que S. José. Al desvanecerse esta aparición me pareció ver todavía a Nuestra Señora en forma parecida a Nuestra Señora del Carmen. EPÍLOGO He aquí, Exmo. y Rvmo. Señor Obispo, la historia de las apariciones de Nuestra Señora en Cova de Iría, en 1917. Siempre que, por algún motivo, tenía que hablar de ellas, procuraba hacerlo con las mínimas palabras, con la intención de guardar para mí esas partes más íntimas que tanto me costaba manifestar. Pero como ellas son de Dios y no mías, y Él ahora por medio de V. E. Rvma. me las reclama, ahí van. Restituyo lo que no me pertenece. Advertidamente no me reservo nada. Me parece que deben faltar sólo algunos pequeños detalles referente a peticiones que hice. Como eran cosas meramente materiales no les dí tanta importancia y tal vez por eso no se me grabaron tan vivamente en el alma. Y, además eran tantas, tantas… Debido tal vez a preocuparme con el recuerdo de tan innumerables gracias que tenía que pedir a Nuestra Señora, caí en el error de entender que la guerra acababa el mismo día 13 (18). No pocas personas se han mostrado bastante sorprendidas por la memoria que Dios se dignó darme. Por una bondad infinita, la tengo bastante privilegiada, en todos los sentidos. Pero en estas cosas sobrenaturales no es de admirar, porque ellas se graban en (18) Lucía parece que fue inducida a errar por las personas que se acercaban y le urgían sobre que la guerra acababa en aquel día. 182 el alma de tal forma, que casi es imposible olvidarlas. Por lo menos el sentido de las cosas que indican, nunca se olvida, a no ser que Dios quiera también que se olvide.